El problema de AGE no es tan solo su diputado en Dinamarca, ni haber esperado a ver si cuela ese diputado ausente y por cuánto tiempo... Ni siquiera que hayan tardado tres semanas, con sus respectivas noches, en reconocer que tienen un problema, ni que asuman ahora ese problema, pero con trampa, recurriendo al clásico ejercicio de demagogia de la clase política, comparando el caso de su diputado en Copenhague con la alucinante e igualmente insoportable lista de ediles imputados en el Concello de Santiago, queriendo así tapar su problema con otro problema. El problema de AGE es no comprender algo tan sencillo de comprender, e imposible de tolerar: uno no puede ser diputado autonómico viviendo y trabajando en Dinamarca, salvo que se quiera defraudar al electorado. Y he aquí el problema al que se enfrenta AGE a corto, medio y largo plazo.