No hay paz en el cementerio

nacho mirás SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

JORGE RIVEIRO

La venta ambulante desata una guerra entre floristas

01 nov 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Este año, la paz hay que buscarla tapias adentro. Porque en el exterior del cementerio municipal de Boisaca saltan las chispas. Las cosas están muy revueltas en el ramo de la flor y detrás de la estampa colorida de crisantemos y claveles hay marejada, fuerte marejada. En el fondo del conflicto, la decisión novedosa del Ayuntamiento de autorizar puestos de venta ambulante.

La primera en criticar con dureza la medida es Carmiña, propietaria de la floristería que lleva su nombre. Ella aduce sus razones, como también lo hacen quienes le hacen la competencia. Aquí no se trata de tomar partido por nadie, sino de describir un conflicto digno de Tribunal Popular. «¡Botastes -con b- a un alcalde que nunca na vida permitiría isto e votastes -con v- a outro que si o fixo! ¡Isto non quedará así!», dice Carmiña, que estos días comanda un pequeño ejército de empleados que le hacen frente a las jornadas más movidas del año para el sector.

«¡Como vou estar! ¡Cabreada, moi cabreada!», dice la dueña del negocio sin dejar de prestar atención al ramo que cambia de manos. Mientras arregla un centro y cobra, señala con el dedo a la carpa que está frente a la suya y espeta: «Aí o tes, ese tenderete ocupa nada menos que 38 prazas de aparcamento, contadas por min e pola Policía Local».

Carmiña se refiere a la carpa temporal que ha instalado Ana, vecina suya todo el año en otro de los tres puestos fijos de flores del camposanto. Y Ana no está para fiestas. No comparte, ni por asomo, las afirmaciones de su vecina, con la que la relación no es precisamente un campo de rosas . En realidad, es un zarzal, con denuncias cruzadas por medio, conflictos... «Hai quen pensa -dice Ana sin señalar a nadie- que só eles teñen dereito á vida, e que o resto non». Y, sin casi tomar aire, explica que ella ha pagado 230 euros al Ayuntamiento de Santiago en concepto de tasas por montar su carpa, que cuenta con la correspondiente licencia. Sobre la indignación de Carmiña dispara una flor de aroma ácido: «Ela tamén tería que explicar por que montou a súa carpa fóra de prazo».

Carmiña señala a otros dos puestos que están en la parte de atrás, en la zona del tanatorio. Son dos concesiones temporales que también han pagado sus correspondientes tasas y que, a juicio de la empresaria, le hacen competencia desleal. Uno está regentado por una familia de Santiago y el otro lo explota una de Lalín. «Entre nosotros no tenemos ningún problema -dicen en el establecimiento compostelano-, convivimos y si podemos, nos echamos una mano». Y los de Lalín tampoco parecen tener ningún interés en llevarse mal con nadie.

El caso es que el conflicto ha brotado con rabia, aunque sea una batalla de flores.