Javier Sierra lleva su «Ángel perdido» a la catedral de Santiago

CONCHA PINO SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO CIUDAD

El autor presentó su novela en los escenarios compostelanos de la trama

09 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La editorial Planeta desembargó ayer en Santiago para lanzar la campaña de promoción del nuevo best-seller de Javier Sierra, El ángel perdido, una historia que tiene el eje de su trama en la catedral de Santiago y de protagonista a una restauradora gallega llamada Julia Álvarez.

El autor explicó las claves de su nueva novela en los escenarios de Santiago en los que se desarrolla la acción, dando una serie de lecciones de historia bajo el pórtico de la Gloria y ante el enigma que, según él, está esculpido en la base del parteluz, «la piedra sobre la que se articula todo el pórtico». Tal enigma es «un individuo barbudo aferrado a dos leones que no sabemos con exactitud quién es, pero la Fundación Barrié apuesta por Gilgamesh, el rey sumerio protagonista del relato más antiguo de la humanidad, el de Noé y el diluvio universal». Se pregunta Sierra cómo «el maestro Mateo o los maestros del maestro Mateo» tenían información sobre un personaje que había pasado desapercibido a la historia de Occidente. Y su conclusión es que «ese enigma, ese anacronismo, demuestra que Santiago fue cruce de muchas civilizaciones y culturas, y que muchas tradiciones subterráneas llegaron hasta el fin del mundo, que era lo que representaba este lugar».

El ángel perdido es un thriller, con espías americanos incluidos, y Javier Sierra eligió Galicia, «porque es perfecta para localizar esta historia; tenía que ser aquí y no en otro lugar». Le ayudó mucho «la controversia que se generó a partir del año 2000 sobre la restauración del pórtico, y las que ha habido siempre sobre su interpretación». Le dieron pie «a pensar que el hombre moderno se desconectó de lo sagrado y de la interpretación de los símbolos». «Por eso -añadió Sierra- no somos capaces de entender el sentido de una catedral como la de Santiago, cuya gran desgracia fue lo que le hicieron en el siglo XVIII, la mataron. La hicieron muy espectacular, pero fastidiaron su sentido simbólico». En la misma línea dijo que el pórtico «traiciona el sentido original de la peregrinación, porque hubo otra representación previa que era la transfiguración de Jesús, lo que buscaba el peregrino» a su llegada.