Stephen Hawking llegó al fin del mundo

S. G.

SANTIAGO CIUDAD

26 sep 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

A Stephen Hawking, el físico británico que esta semana está en Galicia para recibir el premio Fonseca y presentar su nuevo libro, le gustan los percebes. Y también las navajas y los camarones. Los primeros los probó ayer por primera vez en su vida durante su visita a Fisterra, en un acto privado que acabó siendo multitudinario en sus breves paseos por la localidad, plagados de aplausos.

Hawking llegó a Fisterra a las 14.00 horas, acompañado de su pequeña comitiva. Primero, en su silla adaptada, recorrió parte del muelle, y pidió que le hiciesen la primera foto con su cámara personal, con el pueblo de fondo. Los peregrinos y turistas que paseaban por la villa asistían, atónitos, al trayecto. A continuación, comió en el restaurante O Centolo. En la primera planta, toda reservada para la ocasión, con magníficas vistas al muelle y la ventana abierta. Fue una comida tranquila, con buenos productos. Camarones, percebes, navajas, lubina, castañeta y tarta, además de agua. El científico es un buen comedor, eso se vio. Lo vieron pocos: los miembros de su equipo, incluida su hija Lucy; los físicos Jorge Mira y Jose Edelstein; el alcalde, José Traba, y los concejales Santiago Insua y Ramón Redonda, y un periodista.

Casi tres horas después tocó otro paseo, hasta el cabo, junto al faro. Era realmente la visita principal de la jornada. Allí, Hawking empleó unos minutos en contemplar el fin del mundo, como le fue presentado, y en recibir regalos: un faro en miniatura y una fisterrana, el diploma que acredita haber hecho el Camino, por parte del Concello. «Thank you», se oyó de su voz sintetizada. También se llevó en su solapa un pin de Fisterra como Patrimonio Europeo. Una vecina le entregó un clavel, y otra le había dado antes un cuadro. Recibió sobre todo mucho calor humano. Y aún le queda la Insignia de Ouro de la Universidade de Santiago.