La retaguardia de Santiago vista desde lo alto de Castromaior

cristóbal ramírez

SANTA COMBA

PACO RODRÍGUEZ

La panomárica desde la elevación es magnífica

14 nov 2020 . Actualizado a las 04:55 h.

No hay que quedarse en casa. Es tiempo idóneo para bucear en el corazón de la comarca sin, por supuesto, salir de los límites perimetrales en vigor. Por ejemplo, tomando la carretera de Santiago a Santa Comba, y una vez pasado el punto kilométrico 8, desviándose a la derecha en la gran curva que se dirige hacia el otro lado.

Ahí está la pequeña aldea de Santa Cristina de Fecha, y de su centro arranca una pista igualmente a la diestra -antes de entrar en ella procede dejar el coche, que sitio hay de sobras-, ascendente, a los 150 metros a la izquierda para seguir subiendo y que cuando se llevan en las piernas 1.100 metros deja a la derecha lo que fue una cantera llamada Mina Barquiña.

Siempre en ascenso al principio, pero sin que eso implique un gran esfuerzo en las piernas, y en llano después, otro kilómetro más adelante se alcanza un camino ancho y pedregoso que invita a dirigirse a lo más alto. Son solo unos pocos cientos de metros pelados de árboles, y desde luego que merece la pena ese pequeño esfuerzo, porque la panorámica cuando se pisan los bloques graníticos que coronan esa elevación es magnífica, amplia, verde como ella sola.

El visitante se encuentra a 523 metros sobre el nivel del mar y pisando Castromaior, topónimo que indica bien claramente que aquello fue una aldea prehistórica, aunque no hay quien descarte que hubiera tenido una ocupación posterior, en los albores de la Edad Media. Es curioso, porque si esa pequeña extensión es «maior», ¿cómo será el castro «menor»?

Descenso y dos alternativas dependiendo de las ganas, las fuerzas y el tiempo: continuar otro kilómetro para llegar al asfalto (y por la izquierda ganar la aldea de Vilar de Rei; y de frente, con la de San Xoán de Fecha y su iglesia) o simplemente dar marcha atrás rumbo al automóvil.

Habitualmente, en todo ese itinerario el caminante no se cruza con nadie. Pero si tal cosa sucede, la anchura de la pista es mucha, y los aledaños permiten apartarse sin problema alguno. ¿Niños? Por supuesto, aunque no menos de ocho o nueve años.