Una vecina de Rois convierte el garaje de su casa en una colonia de 18 gatos

Uxía López Rodríguez
uxía lópez ROIS / LA VOZ

ROIS

CEDIDA

Charo Ramos, que llegó a tener 30 felinos, cuida a siete dentro de su casa

23 jul 2020 . Actualizado a las 11:30 h.

Los gatos llegaron de casualidad a la vida de la vecina de Rois Charo Ramos Ferreirós, de 46 años, pero lo hicieron para quedarse, a la vista de cómo los atiende junto a su marido Miguel Vázquez en la colonia felina que crearon en su casa del lugar de Lamego. Hace unos diez años, encontraron una gata pequeña abandonada, con un collar en el cuello. Preguntaron de quién era, pero no apareció el dueño y Charo fue haciéndose «amiga da gatiña» a la que, conforme crecía, le hacía daño el collar, hasta que se lo quitó.

«E xa quedou na casa», dice. Fue la primera de muchos, tantos que en la colonia llegó a tener casi 30 felinos. En la actualidad tiene 18, además de 7 en la casa. Estos últimos no salen nunca. La vecina convirtió el garaje en el hogar de los gatos, que incluso amuebló, y en la que tienen «comida e auga a libre disposición», cuenta. Y, últimamente, ahí se alimentan también por las noches dos erizos.

«Os gatos veñen e van cando queren; están en liberdade, desparasitados, castrados e coidados», cuenta la vecina a la que, junto con su marido, le «encantan os animais». Tanto es así que, cuando haga el cierre de la finca, quiere tener dos perros que «convivan cos gatos», dice Charo, que es técnico en caracterización y maquillaje profesional.

En cuanto a la colonia, explica que «o garaxe xa é deles. Mercámoslles gateiras e casetas para que estean ao seu gusto; púxenlle empapadores, que son máis hixiénicos que as mantas, e cámbiollos cando están sucios».

Los animales también están supervisados por la Clínica A media lúa de O Milladoiro, con la que trabaja desde hace años la vecina de Rois. Esta compra, además, pienso en la tienda especializada ya que, según dice, «é máis saudable». En comida gasta alrededor de 130 euros al mes, además de desparasitación y otras necesidades. «Ao mes gasto unha barbaridade e corremos nós con todos os gastos; non temos axuda de ninguén; para nós son como gatos da casa», afirma Charo, que recuerda que nunca tuvo la idea de crear un refugio, sino que empezaron a aparecer felinos y ella y su marido optaron por hacer la colonia. La vecina los cuida pero, al mismo tiempo, le busca «o mellor fogar posible» para que se los lleven en adopción y después está en contacto con las familias para saber cómo les va.

Animales que viven en libertad y a los que les busca un «bo fogar» para su adopción

Los gatos de la colonia entran y salen cuando quieren del garaje de Charo Ramos: «Aquí tamén veñen os dos veciños e ao revés», dice. Los reconoce a todos y a todos les tiene nombre. «Cada gato é moi diferente», dice, aunque todos son bastante «asustadizos», quizás porque están acostumbrados a estar libres y a su aire. «Ter controlada a colonia ao 100 % nunha aldea é difícil porque andan soltos», explica la cuidadora, cuya labor no pasa desapercibida donde reside y, a veces, hay quien le dice «vanche comer os gatos; para que queres tantos? ou canto máis lle botes de comer, máis vas ter».

Pero ella y su marido son incapaces de verlos abandonados y de ahí que les tengan comida y agua todo el día en un espacio limpio y atendido. «Hai xente que ten os gatos e non mira para eles, pero nós non somos capaces», señala. En estos momentos tiene, además, un ejemplar en acogida, de nombre Fiuncho, que le llegó de la Asociación por la Protección Animal Argo de Santiago, a través de la clínica veterinaria de O Milladoiro, donde pasó meses ingresado.

En la colonia de Charo, este felino aún está apartado en la gatera, pero tiene previsto abrirle estos días la puerta para que entre y salga cuando quiera, antes de buscarle un buen hogar para que lo adopten. La vecina también tiene decidido no hacerse cargo de más ejemplares, por lo que si aparecen tendrán que irse al refugio, asegura.