Genoveva Gómez: «Miña bisavoa, co leite do parto de miña avoa, criou ao conde do pazo»

Uxía López Rodríguez
uxía lópez ROIS / LA VOZ

ROIS

MERCE ARES

Es la cuarta generación de su familia como casera de la vivienda señorial de Antequeira, en Rois, y ella lleva más de medio siglo

07 mar 2019 . Actualizado a las 12:29 h.

De familia le viene a Genoveva Gómez Becerra, de 85 años, ser la casera desde hace más de más de medio siglo del pazo de Antequeira, en Rois. Es la cuarta generación y empezó ayudando a su madre hasta que ella tomó el relevo. Su bisabuela fue la primera, después de que la familia del que entonces era conde del pazo, Vicente Calderón Oreiro, la fuera a buscar a Arzúa para ejercer de ama de cría del hijo del noble, Joaquín Calderón Ozores. «Miña bisavoa, co leite de miña avoa, criou ao conde. A relación entre eles era de irmáns», cuenta Genoveva Gómez. Como muestra de agradecimiento, Vicente Calderón se ofreció a pagarle la carrera de maestra a la hija del ama de cría, María, la abuela de Genoveva.

Son algunos de las vivencias familiares que le vienen a la mente a esta vecina de Rois al echar la vista atrás y evocar los años que lleva ligada al pazo, desde que nació en una casa que está dentro de la finca amurallada o cuando, de pequeña, jugaba con los niños del pazo, todos juntos como si fuesen la misma familia. «Meu irmán e mais eu iamos sempre con eles; onde comían uns, comían os outros», recuerda Genoveva, que señala que esa relación familiar se mantiene en la actualidad.

Así, la casera asegura que en Madrid tiene parte de su familia, en alusión a los dueños del pazo, de modo que unos y otros acuden a momentos familiares señalados, como bodas o funerales. «Veñénme as lágrimas aos ollos se penso nos bos recordos que teño no pazo todos xuntos», dice emocionada.

Con el paso de los años, el oficio de casera también fue cambiando. Si en los tiempos de su bisabuela y abuela había que atender a los dueños de la casa cuando venían de vacaciones de Madrid, cuidar la casa, el jardín y cultivar la huerta con la ayuda de jornaleros, ahora se limita a mantener la vivienda y el jardín al día, una vez que la huerta ya no se trabaja.

Los descendientes del conde mantienen la costumbre de visitar el pazo con sus familias en verano y poco más. Una costumbre que, según relata Genoveva Gómez, solo se rompió durante la guerra civil, cuando la familia abandonó Madrid y se refugió en el pazo de Galicia.

Pasados los años, la familia también estuvo un tiempo sin ir al pazo por el mal estado del inmueble pero, tras una reforma importante, llegaron a coincidir 42 personas, tal y como recuerda Genoveva.

La casera cuenta que a los propietarios y a sus familias les gusta «moito vir ao pazo. Veñen moi contentos porque o pasan ben, e incluso saen a ver sitios e van ás festas».

Visitas importantes

También relata que el pazo recibió importantes visitas, entre ellas, las de varios presidentes de Colombia, una vez que un nieto del conde, Álvaro Rengifo Calderón, fue agregado comercial en la embajada española de ese país, además de ministro de Trabajo en el primer gobierno de Adolfo Suárez. En el pazo también estuvo varias veces Calvo Sotelo, cuando era presidente del Gobierno o Fraga cuando lo era de la Xunta, y hasta escritores como Camilo José Cela. «Eu facíalle de comer a todos cando viñan», dice Genoveva Gómez.

En la actualidad, el pazo, construido en el siglo XVIII sobre una casa del XV, pertenece a cuatro de los hermanos Rengifo Calderón y al primo Gonzalo Calderón, todos ellos nietos del conde, según explica la casera.

Entre sus tareas actuales también está la de hacer de guía para dar a conocer la capilla del pazo, dedicada a San Juan Nepomuceno, imagen que también figura en una fuente barroca ubicada en la huerta del pazo. El templo fue restaurado con ayudas públicas de la Xunta y esa reforma fue inaugurada en el año 2000. «Ao principio viñan moitas visitas, agora xa menos». En esa capilla, recuerda Genoveva, se casaron bisnietos del conde, desde Borja y María, hijos de Santiago Rengifo, hasta Paloma, hija de Gonzalo Calderón. La primera de ellas «durou ata a mañá e había autobús cada hora para levar os invitados», rememora.

Genoveva Gómez tiene 85 años y, en cuanto al relevo como casera, cuenta que «está malo de seguir; non sei quen vai seguir, pero o que o faga que non pense que é así como pensan algúns», afirma.