Una familia de Padrón pide respeto para su hijo, que padece un síndrome que le provoca tics incomprendidos: «Dejen vivir tranquilo a un niño de 14 años que solo quiere ser feliz»
PADRÓN
Los padres de Luis Lorenzo Álvarez, diagnosticado de Síndrome de Tourette, reclaman empatía hacia el adolescente que hace sonidos y movimientos de forma involuntaria
08 sep 2024 . Actualizado a las 08:21 h.«Me veo en la obligación de publicar esta información sobre el síndrome que padece mi hijo, para ver si así la gente ignorante, a la vez que atrevida, tiene algo de empatía y deja de insultar, de poner en duda sus incontrolables gritos y otro tipo de tics que padece. Gracias a mis vecinos, que lo escuchan noche y día y que jamás han dado una sola queja, sino todo lo contrario. Por favor, dejen vivir tranquilo a un niño de 14 años que solo quiere ser feliz».
Este es el mensaje desesperado que la madre de Luis Lorenzo Álvarez, un adolescente de Padrón que hace dos años fue diagnosticado de Síndrome de Tourette, hizo público en las redes sociales después de que en esos días su hijo llegara a casa contando las penurias que sufría en la calle, donde lo insultaban por los tics que le provoca su condición neurológica, sobre todo a nivel vocal. Junto con sus palabras, la madre, Dolores, publicó información sobre el síndrome de Tourette que causa, a los que lo padecen, que emitan sonidos y movimientos que no quieren hacer y que no pueden controlar. «Enfermo mental», «estás loco» y otros tipo de insultos eran y, en parte son, el día a día de Luis, cuando tiene uno de sus tics en la calle. Incluso lo llegaron a agredir en alguna ocasión, cuentan Dolores y su marido, José Ramón.
Precisamente que lo agredan es uno de los grandes miedos de la madre y de ahí su llamamiento desesperado para que «respeten a nuestro hijo, que lo dejen vivir; no pedimos más», aseguran sus padres. En la calle, a Luis le recriminan sus tics pese a que él es «un chico muy abierto y extrovertido» y enseguida trata de explicar el síndrome que padece y siempre pide disculpas, relatan sus progenitores. «Entiendo que la gente le mire y pregunte, pero de ahí a insultarlo y degradarlo...», lamenta Dolores.
Ella, excepcionalmente, decidió hacer pública una declaración porque su hijo «salía de casa muy feliz, pero llegaba antes de la hora marcada y amargado porque le fastidian la vida y él no hace absolutamente nada para merecerlo», resume muy bien el padre. Y todo ello pese a que, en principio, las personas diagnosticadas de Síndrome de Tourette con síntomas más leves que los de Luis no quieren salir a la calle, pero él es todo lo contrario. «Casi tienes que meterlo en casa porque es un chico muy disfrutón, que quiere hacer su vida», explica Dolores.
Los padres, el hermano, y el propio Luis, son conscientes de que tiene tics «muy complicados socialmente», alguno incluso de tipo racista y xenófobo, pero el adolescente no puede evitarlo y, en su momento, incluso llegó sentir culpa por lo que decía o hacía, afirma su madre. «Él es un sol, es todo lo contrario a lo que a veces hace o dice sin poder evitarlo; es un chico disfrutón que quiere que le permitan hacer una vida normal, pero esta sociedad solo le pone trabas», añade el padre de Luis, que lo define como un «luchador». También quiere dedicar unas palabras a su otro hijo, José Ramón, de 19 años, de quien dice que le aporta mucha seguridad a su hermano pequeño, sobre todo fuera de casa.
Luchador, disfrutón, deportista, sociable, cariñoso... Son algunos de los calificativos con los que la familia de Luis se refiere a él. Pero, ¿cómo se siente el adolescente? «Ni mal ni bien. La gente se pasa insultándome; si me preguntan qué me pasa, les contesto y, si no, me cabreo», cuenta abiertamente Luis. Este curso, al igual que los últimos meses del anterior, tratará de recibir atención educativa domiciliaria, con la idea de finalizar los estudios de Secundaria y encaminarse hacia los de mecánica de automóvil. Es lo que le gusta, pero también la música, la pintura y los deportes. De hecho, la bicicleta es una de sus pasiones y una de las actividades que le ayudan a rebajar la ansiedad y, con ella, los tics.
«Tengo muy buenos amigos y siempre me defienden», explica Luis, quien menciona a uno que incluso lloró cuando alguien lo intentó agredir. La familia tiene palabras de agradecimiento para los médicos que lo atienden y para sus respectivos centros de trabajo, por las facilidades que le han dado para poder atender las necesidades de Luis. José Ramón está empleado en la empresa Aluminios Cortizo y le facilitaron el poder trabajar siempre en turno de tarde. Dolores trabaja en la biblioteca del Concello de Padrón y cuenta que, al día siguiente de su publicación en las redes sociales, publicación que compartió el propio Ayuntamiento, el alcalde Anxo Arca fue a su puesto de trabajo a ofrecerse para todo lo que necesitara e incluso para darle visibilidad al caso de Luis para que dejen de insultarlo y le permitan hacer la vida normal de su edad.
Luis, pese a todo, da, sin querer, una lección y asegura que «siempre hay que ir con una sonrisa en la cara». Él padece un síndrome, pero los verdaderos enfermos son las personas que no lo respetan, que lo insultan y que no lo dejan hacer su vida y ser feliz. Tras pasar un tiempo con la familia Lorenzo Álvarez, a los calificativos que apunta esta última sobre el adolescente, quizás les falte uno: fuerza. Es lo que emana Luis, cuando emite un sonido o hace un tic, no entendido socialmente y, rápidamente, se disculpa y continúa hablando de su situación y de las ganas que tiene de vivir, libre y tranquilamente, como un adolescente más, que en noviembre cumplirá 15 años.
Fuerza se, percibe, además en los padres, unos padres que reconocen que «sufren», sobre todo Dolores quien, a día de hoy, confiesa que «lo llevo mal y no acabo de aceptarlo». ¿Cómo no se va a llevar mal que sea la sociedad la que le complique la vida a un adolescente que padece un síndrome, que lo echaran de algunos locales por los tics que tiene involuntariamente o que vivas con miedo a que lleguen a agredirlo por no tener empatía con su situación?
«Con lo disfrutón que es Luis, más de una vez me he preguntado por qué le ha tocado una condición que le impide disfrutar de lo que más le gusta de la vida, que es la gente», concluye Dolores que, al igual que el resto de su familia, confía en que hacer público el caso de su hijo sirva para que la gente lo respete y lo deje vivir, como un adolescente más.
A raíz de la publicación en las redes sociales del llamamiento desesperado de la madre, muchos la pararon por la calle para decirle que, ciertamente, pensaban que el adolescente se comportaba así a propósito. Muchos, además, compartieron también la publicación y a Luis le enviaron mensajes de «ánimo». Desde entonces, el trato al chico mejoró y por ello desean que, a partir de hoy, lo siga haciendo y reciba el respeto, la empatía y la comprensión que se merece.