El hombre que denunció al exjefe de la Policía Local de Padrón por detención ilegal y lesiones acaba expulsado del juicio

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor SANTIAGO

PADRÓN

El exjefe de la Policía Local de Padrón, Francisco Javier Abeijón, en el juicio celebrado en la sección compostelana de la Audiencia Provincial
El exjefe de la Policía Local de Padrón, Francisco Javier Abeijón, en el juicio celebrado en la sección compostelana de la Audiencia Provincial PACO RODRÍGUEZ

Tuvo que abandonar la sala por faltar al respeto al tribunal cuando la defensa recordó que la forense duda que fuera pateado en el suelo por el agente, como él asegura

11 feb 2021 . Actualizado a las 16:20 h.

El policía local de Padrón denunciado por nada menos que inventarse una agresión y patear en el suelo a un hombre que estacionó indebidamente su vehículo no es un agente cualquiera. Se trata de Francisco Javier Abeijón, que fue jefe del cuerpo de seguridad municipal y que cuenta con un expediente impoluto tras 34 años de servicio que han tenido un final inesperado y amargo justo antes de su jubilación, porque ha tenido que sentarse en el banquillo de los acusados de la sección sexta de la Audiencia Provincial, que es la que tiene su sede en Santiago, con una petición de condena por parte de la Fiscalía de cinco años de cárcel, 8.052 euros de multa, 3.150 de indemnización y tres años de inhabilitación para cargo o empleo público.

Abeijón no dejó de responder ninguna pregunta y negó tajantemente las acusaciones del denunciante, Manuel Castro, que sí admitió haberse negado a identificarse cuando el agente le estaba multando aquella mañana del 8 de febrero del 2018 y que relató que el policía le agarró, le tiró al suelo y le pateó sin motivo. Dijo que no se mostró agresivo ni amenazante, como explicaron el acusado y una vecina que escuchó la trifulca, pero lo cierto es que su actitud en el juicio estuvo lejos de esa imagen de hombre tranquilo, educado y correcto con la que él mismo se presentó. No en vano, en su propia declaración ya se mostró alterado por momentos y después, tras ser advertido por el tribunal porque hacía comentarios en alto sobre las declaraciones de los testigos, acabó expulsado de la sala con la seria advertencia de que se revisaría la grabación y que, en función de lo que hubiese dicho, podría presentarse denuncia ante el juzgado de guardia.

No le fue bien en el juicio a Manuel Castro, porque al hecho de que empezó como denunciante y acabó como posible denunciado hay que añadir que su versión de los hechos no se vio confirmada por el testimonio más imparcial que se puede ofrecer en un juicio, que es el del parte de lesiones y la interpretación del forense. En él se habla de lesiones superficiales, excoriaciones, que no dejan de ser meras irritaciones cutáneas o rasguños, que la propia médica forense puso en duda que se hubieran podido producir por un violento pateo como el descrito.

Más bien coinciden con las explicaciones que dio el acusado, que señaló que cuando el denunciante se negó a identificarse se metió en el coche, lo puso en marcha y después lo volvió a apagar, para salir del vehículo y, según el exjefe de la Policía Local de Padrón, colocarse justo frente a él y lanzarle un rodillazo que solo le alcanzó de refilón en la ingle, pero que considera que iba dirigido a sus testículos. La reacción del acusado fue apartarle con un golpe seco e instintivo que hizo que Manuel Castro, que no tenía los dos pies fijados bien en el suelo, cayese al suelo. Según la forense, las lesiones que tenía, y entre las que no se incluye ni un solo hematoma, sí son compatibles tanto con esa caída como con la característica maniobra policial de barrer ambas piernas con los pies para mantener al detenido en el suelo.

El propio denunciante, en su declaración, también admitió que las heridas se las hizo en la caída y que no fueron fruto de las patadas de las que tanto él como una testigo que presenció los hechos aseguraron que fue objeto. La versión de esa testigo tampoco coincidió mucho con la de Manuel Castro, ya que ella dijo haber visto como el policía local agarraba al denunciante cuando estaba sentado en el asiento del coche, le zarandeaba y le tiraba al suelo, mientras que la supuesta víctima dijo que eso ocurrió cuando él estaba de pie frente al agente.

Tanto la Fiscalía como la acusación particular mantuvieron las acusaciones por detención ilegal, denuncia falsa y un delito leve de lesiones, mientras que la defensa reiteró su petición de libre absolución y puso el foco en las contradicciones de las versiones del denunciante y de su testigo, así como en la declaración de la forense y en el hecho de que el propio Manuel Castro llegase a decir en el juicio que puede que sus gestos fuesen malinterpretados por el policía local y que creyese que le iba a agredir.