«Xa podo pasear ata Padrón sen que me multen»

Antonio Garrido Viñas
antonio garrido VILAGARCÍA / LA VOZ

PADRÓN

Mónica Irago

Caminantes y ciclistas disfrutaron ayer al fin de la libertad de poder circular entre provincias limítrofes sin restricciones

09 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Manolo llevaba alrededor de tres meses sin poder disfrutar en todo su esplendor de su paseo diario. Vive en Pontecesures, pero le gusta hacer sus rutas más allá del puente que une su pueblo con Padrón y eso estaba prohibido por el dichoso virus. Apenas trescientos metros de separación, pero toda una eternidad en los últimos meses para tantos habitantes fronterizos. Una eternidad intocable, porque el estado de alarma prohibía cualquier incursión en territorio ajeno. Hasta ayer. Ayer, a media mañana, ya caminaba Manolo a la vera del río en Pontecesures. A buen ritmo y con la clara intención de cruzar el puente y cambiar de provincia, porque las rutas de la zona de Padrón son muy interesantes, según contaba. La mañana, desde luego, acompañaba.

«Para un que cobra mil euros, unha multa de seiscentos era demasiado riesgo», explicaba Manolo, que afirmaba que en el puente solía haber efectivos policiales que disuadían cualquier pretensión de cambiar de provincia, por muy atractiva que fuera la propuesta. Entre el mono del paseo por el otro lado de la ría y la amenaza de la multa por saltarse el confinamiento, ganó siempre el sentido común. Al menos, en su caso. Pero ayer no estaban ya las fuerzas de seguridad vigilando el particular paso fronterizo entre provincias, porque ayer entrábamos en la fase tres, en la que esa frontera real pero a la vez imaginaria que aparece en los mapas entre Pontecesures y Padrón quedaba eliminada. «Hai que disfrutar da vida», resumía Manolo, que parecía estar encantado de la expectación que había generado su paseo y recorría una y otra vez la acera para que el cámara de TVE captara imágenes, mientras, al fondo, un perro de la banda coruñesa intentaba, sin éxito, zamparse alguno de los patos que nadaban en el Ulla. Los patos decidieron desplazarse hacia el medio del río para eludir cualquier problema. Ahí no había fase tres que valiera para el perro, que decidió volver a donde estaba su dueña. Entre tanto, Manolo seguía hablando. Su paseo soñado se alargó más tiempo de lo que esperaba.

El otro punto fronterizo

Al igual que Pontecesures, Catoira también ejerce de concello limítrofe entre provincias. Aquí, el puente es más largo y los paseos, más que andando, son en bicicleta. Como el que hicieron Miguel, Guti, Regueiro y Vicente. Habituales de las dos ruedas, se acercaron a Catoira desde Santiago solamente por darse el placer de cambiar de provincia, según contaban. Un momento que inmortalizaron con alguna foto para compartir con los amigos. Los cuatro reconocen que prueban el deporte que les gusta cuando tienen margen en sus respectivos trabajos. La de ayer, sin duda, era una fecha marcada en rojo en su calendario. Para ellos y para muchos más porque a más de un ciclista se vio por las carreteras de O Salnés con la intención de alargar su tirada habitual de entreno.

Lo cierto es que el tráfico en la carretera durante la mañana ya aventuraba que poco a poco las cosas van retornando a la normalidad y el número de vehículos era superior, muy superior, al que circularon durante los tres últimos meses. Los ciclistas santiagueses no fueron los únicos que decidieron adentrarse en lo que hasta ahora era territorio vedado y más de uno, y más de una docena, pudieron estirar las piernas por territorios que le habían estado vedados hasta ayer durante los últimos meses. Algo que, a partir de ahora, ya será normal. Al menos mientras el covid-19 lo permita y no frustre de nuevo los paseos de Manolo.