Una vecina de Herbón llora por sus cinco gatos

u. López PADRÓN / LA VOZ

PADRÓN

MARTINA MISER

Faltaron sin más y no los encuentra ni vivos ni muertos, por lo que está convencida de que los mataron

09 nov 2018 . Actualizado a las 05:10 h.

«Moi desgustada». Así está la vecina de Herbón, en Padrón, Evangelina Vecino Seco, de 73 años, tras la desaparición de cinco de los seis gatos que cuidaba en su casa. Ella se dio cuenta el domingo pasado cuando, al llegar a casa tras vender en el mercado ambulante de Padrón, los animales no salieron a su encuentro como siempre. Le preguntó al marido si había visto los gatos, pero este le contestó que no sabía nada de ellos. «Farteime de mirar por eles pola aldea, pero non vin nada, nin vivo nin morto», cuenta. La mujer ya desconfió «dende o primeiro momento» de que hubieran matado a sus gatos y más después de que una vecina le dijera que uno lo recogiera ella, que lo encontró mojado y vomitando. Le contó que lo tenía en su casa, al calor del fuego de la cocina de leña.

«Desconfío de alguén porque xa o collín máis dunha vez falando mal dos meus gatos. Debíanlle molestar. Nin que lle tivera que dar el de comer», explica la mujer visiblemente afectada por lo sucedido. Después de no encontrar los gatos, preguntó en la aldea e incluso fue a mirar a una huerta cerca de su casa, a la que solían ir. Pero no estaban.

El sábado pasado por la tarde, cuando estaba en su casa, escuchó unos ruidos como si fuesen el disparo de balines y piensa si tal vez está relacionado con lo sucedido, aunque también especula con la posibilidad de que envenenaran los animales. «Os gatos estaban gordos coma burros e parecía que lle alegraban a un o día», dice la mujer, que está pensando en presentar una denuncia.

Cuenta que una de las gatas, a la que llamaba «a velliña», tenía más de 10 años y se la trajo de Rianxo su nieto, después de encontrarla perdida por el muelle. El domingo que desaparecieron le compró una bolsa de pienso y muchos días le llevaba esqueletos de pollo, que le picaba bien para que se los comieran.

«Hai que ter estómago para matalos», insiste la mujer, ya que ella está «convencidísima» de que eso fue lo que pasó. Es más, cree que al no aparecer ninguno de los gatos, ni vivo ni muerto, los mataron y los metieron en un saco para tirarlos y que no se supiera nada más de ellos. Ahora, con el disgusto, dice que no quiere más gatos.

Varios de ellos eran recogidos de la calle ya que, según afirma, criaban en una huerta próxima a su casa de Herbón y le aparecían para comer. «A min dábame pena matalos», lamenta la mujer, que reconoce que echa de menos llegar a la aldea y que, como de costumbre, los gatos no salgan a su encuentro nada más verla.