María Teresa Leal: «Siempre me gustó la peluquería, con 12 años ya peinaba a mis tías»

Uxía López Rodríguez
Uxía lópez PADRÓN / LA VOZ

PADRÓN

MERCE ARES

A los 69 años, la peluquera de Padrón sigue con las tijeras y el peine en la mano tras empezar en el oficio a los 15

08 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Quién no ha oído hablar en Padrón de la peluquería María Teresa? Es toda una institución en el gremio y su fundadora es la más veterana en activo, después de 54 años en el oficio, 12 de ellos en A Escravitude, donde María Teresa Leal Landeira abrió su peluquería con solo 15 años. Sí, a los 15 años. Eran unos tiempos, recuerda la peluquera, en los que todo el papeleo relacionado con el negocio «tenía que estar a nombre de mi madre», y así hasta que cumplió los 21.

A los 13 dejó la escuela y su madre le dijo que tenía que aprender un oficio. Entonces, el más socorrido para las mujeres era el de la costura, pero María Teresa explica que «siempre fui muy inquieta; no soy de estar sentada en un sitio», sin contar que «yo quería hacer peluquería; siempre me gustó mucho. Con 12 años ya peinaba a mis tías y, cuando iba a la escuela, me ponía los rulos de noche. En casa se reían de mí», relata. Así, aprendió el oficio. Primero, en una peluquería de su lugar natal, Calo, y después fue a la academia Loli de Santiago, antes de sacarse el título en A Coruña. Hoy tiene 69 años, está parcialmente jubilada y el relevo lo tomó su hija mayor, Carlota, que mantiene el nombre de María Teresa.

La peluquería acaba de cumplir 42 años de actividad en Padrón, concretamente en la calle Fondo de Vila, donde la peluquera se trasladó desde A Escravitude nada más saber que se traspasaba otro negocio del gremio. «Mi idea siempre fue estar en Padrón, pero mi marido trabajaba en Santiago y eso nos echaba para atrás», cuenta. Pero, tan pronto como supo del traspaso, «no lo pensé más y fui para Padrón de un día para otro». Hasta hoy.

Los inicios en A Escravitude fueron, como todos, duros. Su familia es natural de Padrón, pero a su abuelo, que fue trabajador de Renfe, lo destinaron a Osebe, y allí fue donde se crio ella. Para ir a la peluquería a A Escravitude cogía el tren, a veces a las seis de la mañana, y cuando llegaba «ya tenía las clientas a la puerta», afirma María Teresa.

Eran tiempos en los que «no había horarios y trabajabas todos los días, sábados y domingo incluidos». Casada y con un hijo de 5 años, Amado, que ahora también ejerce de peluquero en Padrón, aunque de caballeros, hizo el traslado y, detrás de ella, se fueron también muchas clientas de la parte de A Escravitude: «Tengo clientas de esa zona que llevan viniendo desde que empecé, hace 54 años».

Para los clientes, que en su inmensa mayoría son mujeres, solo tiene buenas palabras, y sinceras. «Son como de la familia; les quiero mucho y son muy fieles». Son clientes y, a menudo, mucho más, porque en su peluquería, como en todas, escuchar es parte del oficio.

Sus tres hijos trabajan en Padrón: dos en peluquerías y la más joven en la tienda de ropa Camden Town, que acaba de abrir la hermana mayor. «Siempre luché por tenerlos unidos y cerca de mí, y en eso tuve muchísima suerte», dice María Teresa. Como ella, sus hijos son peluqueros por vocación. «Yo les dije que lo pensaran bien, que es un trabajo muy esclavo», señala la madre.

En más de medio siglo de actividad, el oficio ha cambiado, y mucho, pero ella explica que siempre tuvo inquietud -y ahora su hija- por seguir formándose e ir a cursos. También mudaron los hábitos de las clientas. María Teresa recuerda aquellas novias y madrinas de boda que llegaban a su puerta con los tocados para poner ese mismo día, y debía improvisar los peinados.

«Estoy bien», confiesa a sus 69 años, por lo que su idea es seguir en activo un año más, aunque precisa que el trabajo no la priva de «ir adonde sea». Está bien y a gusto en su oficio, después de cinco décadas dedicadas a ejercerlo. Y se le nota.

La protagonista. María Teresa Leal es de una familia de mujeres fuertes y luchadoras. Su abuela se quedó viuda muy joven y con siete hijas. La mayor, que tenía entonces 14 años, es su madre.

Activa. Descartó aprender costura, como sus amigas, porque dice que es una persona a la que no le gusta estar sentada en un sitio.