Las iglesias, en el punto de mira de los cacos

Uxía López Rodríguez
Uxía lópez PADRÓN / LA VOZ

PADRÓN

CEDIDA

Su ubicación en zonas aisladas, sobre todo en el rural, y sin medidas de protección, como pueden ser alarmas o vigilancia policial, hacen que cada cierto tiempo sufran oleadas de robos

20 ene 2020 . Actualizado a las 20:42 h.

El último robo en la iglesia de San Mamede de Rois es «el más importante en cantidad de los últimos años» en templos de la comarca, de acuerdo con el arcipreste de Iria, Roberto Martínez. Y hubo unos cuantos, solo en este año, y por oleadas. La anterior fue a finales de abril, cuando los ladrones entraron en el santuario de A Escravitude y en la iglesia de Carcacía, en Padrón; San Xulián de Laíño (Dodro); Pontecesures y Cordeiro (Valga), todas ellas en un entorno próximo.

Ahora le tocó a tres en Rois, a Pontecesures y Cordeiro, además de un intento en Iria (Padrón) y Vilacoba (Lousame). Lo habitual es que busquen el dinero que «no encuentran», como afirma el arcipreste de Iria, dinero que ya no dejan en las iglesias. Como mucho, 50 euros en limosnas, como acaba de suceder en Sorribas, en Rois. Pero ese patrón del «ratero» que busca dinero en metálico quedó roto en la iglesia de San Mamede de Rois, de la que se llevaron numerosas piezas, algunas de valor, e incluso libros.

El cura párroco, Francisco Lampón Curra, calculó, a bote pronto, que lo robado podría tener un coste de más de 6.000 euros a la hora de reponerlo, pero podría ser una estimación baja a la vista del valor de algunas piezas de plata robadas.

«Cada vez hay más robos, en los últimos diez años se multiplicaron», señala Aureliano Alcalá, cura párroco de Buxán, Aguasantas y Ermedelo, en Rois, además, de Vilacoba, en Lousame. En todas ellas hubo robos en este año o en anteriores. Las iglesias son, a priori, blancos perfectos para los cacos, sobre todo en el rural. Están en situadas en zonas apartadas y, a menudo, ya deshabitadas. «En mi caso están solas, casi aisladas, con una o dos casas cerca, como mucho», dice Aureliano Alcalá.

Pero, ¿están lo suficientemente protegidas? El arcipreste de Iria, Roberto Martínez, que también es cura-párroco de Padrón e Iria-Flavia, tiene claro que no, en parte porque las medidas de seguridad son costosas para la «economía pataconera de las parroquias del rural», que no da para tener, por ejemplo, una alarma. «Las iglesias del rural cuentan con medios tan exiguos que no da para ello», incide el arcipreste.

Denuncias

En cuanto a otro tipo de medidas, como vigilancia policial, Aureliano Alcalá cree que «es difícil sobre todo en el rural», aunque habla de que con «tanto robo como está habiendo y tan constantemente, que no se encuentre a ningún delincuente es extraño. «Quizás, un poquito más si se podía hacer», añade el responsable de las parroquias de Aguasantas, Ermedelo y Buxán.

Habitualmente, los párrocos presentan denuncias en la Guardia Civil cuando se produce un robo, o se lo notifican, pero por ahora no ha trascendido la identificación o detención de los autores de alguno de ellos.

«Lo peor son los daños» que provocan los ladrones, dicen los curas, a menudo mucho más cuantiosos que lo sustraído, como sucedió en el santuario de A Escravitude. Aisladas, desprotegidas en cuanto a vigilancia y medidas de protección, a los párrocos solo les queda reforzar la seguridad de los inmuebles, ya sea con trancas interiores en las puertas o rejas en las ventanas, aunque a veces esto último se topa con las limitaciones de Patrimonio. De hecho, esta medida es una de las propuestas para la iglesia de San Mamede, después de que entraran en la misma rompiendo una de las pocas ventanas que no tiene rejas.

«Falta sensibilidad hacia este patrimonio»

El arcipreste de Iria y responsable último de muchas de las iglesias de la comarca del Sar lamenta «la falta de respeto y sensibilidad hacia el patrimonio cultural e histórico» que representan y atesoran las iglesias, dada su antigüedad y el valor de muchas piezas que albergan. Ante ello, no queda más que protegerse en la medida de lo posible, como por ejemplo, instalando alarmas y suscribiendo pólizas de seguro. Estas últimas son «costosas», de acuerdo con Roberto Martínez, que la contrató para la iglesia de Padrón y el santuario de A Escravitude, en los dos caso por encima de los 1.000 euros anuales. En la parroquial de Santiago Apóstol existe, además, un sistema de videovigilancia interior, teniendo en cuenta que la iglesia abre todo el día para las visitas de peregrinos y turistas. Y en la de Iria-Flavia hay alarma instalada. En cualquier caso, el sacerdote aclara que «los seguros sirven más para arreglar los destrozos en los templos que para cubrir el valor real de lo sustraído», sobe todo cuando se trata de piezas patrimoniales, a menudo impagable. En cuanto a las medidas, Aureliano Alcalá está convencido a estas alturas de que, «aún con una puerta de hierro, si quieren entrar acabarán consiguiéndolo».