Como este es un país dado a la hipérbole desde hace siglos, y más en estos tiempos de redes sociales -¡hasta fue declarada héroe una inculta influencer por ofrecerse voluntaria para no sé qué!- resulta que tenemos héroes por todas partes. Los médicos y ATS, por supuesto. Y los camilleros. Y los conductores de ambulancia. Y los de camiones. Y los periodistas que salimos a la calle. Y las cajeras de supermercado. Y los policías. Luego mandamos bajo la puerta y sin firma un papelito diciendo vete de este edificio que nos puedes contagiar, pero a las 8 de la tarde aplaudimos a rabiar a nuestros héroes.
Yo no lo creo. Lamento ser tan prosaico. Sí pienso que puede haber alguno al que se pueda calificar así, pero la enorme parte lo que hace es simplemente su trabajo. También podría haber estudiado para ingeniero, maestro, carpintero o cocinero, pero no, la vida lo ha llevado a ser médico o camillero o policía o periodista. Y si no le gusta, que se vaya a casa, pero por hacer eso y justamente eso, cobra. Pensamiento muy luterano que no goza de gran popularidad en España.
Pues vale, me dejo llevar y yo también voy a poner mi granito de arena y aumentar la lista de héroes: los integrantes de Protección Civil de Oroso. Seguro que es una injusticia, porque los de todos los concellos están dando el callo y justificando su nómina, pero yo tengo la suerte de que en mi municipio están los que están. Por eso cuando alrededor de las 8 pasan con sus sirenas frente a mi casa, dando ánimos, les aplaudo sinceramente. Y para qué negarlo, cuando la infatigable Esperanza -un valor seguro todos los días- me devuelve su eterna sonrisa, me siento más seguro. Y orgulloso de vivir aquí.