Acometiendo en Ordes la primera subida de la Vía Verde

CRISTÓBAL RAMÍREZ

ORDES

C.R.

El Lengüelle, inseparable compañero, forma meandros de gran belleza que quieren acompañar
al caminante

22 may 2022 . Actualizado a las 13:21 h.

La vieja estación de tren de Garga-Trasmonte es el punto de partida para continuar el recorrido por la Vía Verde Compostela-Tambre-Lengüelle. O sea, para continuar pisando el mismo lugar donde hasta no hace mucho había vías y travesaños y por los que marchaba el tren. En unas semanas tendrá lugar la inauguración de ese itinerario con mucho encanto que comienza en Oroso (Santiago queda para la siguiente fase) y termina, por ahora, en Cerceda. Pero ojo: hay obras.

Y así se echa a andar por la caja del ferrocarril, todo llano, sin subidas ni bajadas. El río Lengüelle, como inseparable compañero, está a centenar y medio de metros a la izquierda, mientras el caminante llega a la estación de Ordes-Pontraga y pasa una zona de brañas que se extiende a la diestra, con pequeños charcos y agua estancada. Quedan a un nivel inferior, así que no dificultan el paso en absoluto.

Y si en kilómetros anteriores la Vía Verde marchaba por encima de un talud —otra obra de ingeniería—, ahora es al contrario: está encajonada, a una respetable profundidad con relación a los bordes. Aunque apenas se nota, va describiendo una muy amplia curva a la derecha, con pequeña área de descanso incluida (una mesa, unos bancos, un panel y soportes para bicicletas) y al pasar por debajo del puente que permite el paso de una pista el excursionista está a la altura de la aldea de Liste, que se verá cuando se recorren doscientos metros más.

Y si a la izquierda queda un minúsculo valle formado por los aluviones del Lengüelle, al frente el territorio es bosque puro, y la presencia de los montes permiten intuir que algo habrá que ascender, siempre con la corriente de agua como compañera.

En efecto, ahí, en Liste, se acaba el terreno liso y llano. Porque toca subir, y, durante tres centenares de metros, de manera acusada. O al menos de eso avisan las piernas, con el consejo obvio: si alguien empieza la etapa ahí debe ir despacio hasta que los músculos entren el calor.

Esa subida se va a mantener durante varios kilómetros, sin interrupción, pero ya con pendientes muy moderadas. El Lengüelle se tiene siempre a la izquierda, pero con tanta vuelta y reviravuelta que son consecuencia de los meandros va a dar la impresión de que en algún punto se abandona para siempre. Una y otra vez sorprende acercándose, recuperando el bosque de ribera muy delgado de especies autóctonas, espacio que a veces intenta invadir el omnipresente eucalipto.

En todo momento las barandillas de madera están muy bien integradas en el paisaje, y no se ha ahorrado material: son todo lo largas que tienen que ser para que el paseo sea seguro.

ZONA DE DESCANSO

43º00’53’’N 8º27’25’’W.

LA FOTO MÁS PERSONAL

Ante el depósito de agua de la estación.

PARA NIÑOS

La subida no tiene gran dificultad para ellos.