Crean en Melide un colectivo para favorecer una gestión común de las colonias de gatos

Natalia Rodríguez Noguerol
natalia noguerol MELIDE / LA VOZ

MELIDE

PACO RODRÍGUEZ

Miquiños Melide es la entidad con la que Ana García busca organizar a los cuidadores para una supervivencia equilibrada

06 nov 2022 . Actualizado a las 05:05 h.

Hace 7 años que Ana García se lio la manta a la cabeza. «Rescatei unha gatiña que estaba moribunda ao lado dun contedor, e, pouco a pouco, vinme cazando gatos e levándoos ao veterinario», cuenta. No se arrepiente. No llevaría todo este tiempo, de no ser así, cuidando de colonias de gatos en Melide. «Encantaríame poder facer máis», dice. Pero los recursos —propios— y el tiempo no son inagotables. Por eso, esta comerciante melidense dio un paso al frente y constituyó Miquiños Melide, una asociación desde la que busca no solo la colaboración de las administraciones, también propiciar el trabajo en red para avanzar hacia una población equilibrada de felinos.

Ana percibe en los vecinos sensibilidad —más que falta de conciencia— hacia los gatos callejeros. Tiene constancia de hasta una decena de colonias en otras tantas localizaciones del casco urbano. Pero no pone nombre a todos los vecinos que, de una manera u otra, se hacen cargo de ellas. «De maneira anónima non nos podemos organizar», afirma para hacer un llamamiento «a que nos unamos a maior xente posible que temos unha sensibilidade en común para que os gatiños de Melide teñan unha vida digna, e os que están abandonados teñan a posibilidade de ter unha segunda familia».

Semanas atrás, esta amante de los animales echó mano de las redes sociales para dar a conocer el necesario trabajo que hay que realizar para evitar una superpoblación de gatos, pero también para divulgar las peculiaridades de los felinos callejeros, y de la importancia de preservar las colonias de las que forman parte. Es necesario empezar por ahí. «Hai xente que pon veleno nalgunhas colonias, e estas fan a súa función, que é controlar a poboación de roedores», explica Ana García, que lanza otro mensaje que sacude prejuicios: «ser alimentador non sempre é ben visto, hai xente que non o acepta porque pensa que iso vai traer máis gatos, pero cando se lles pon de comer, morren menos de enfermidade, sobreviven as camadas, e mellora a vida dos que hai». Pero, «hai que esterilizar, sobre todo ás femias, porque é a maneira de impedir que haxa sobre poboación», matiza.

Superpoblación

Y ahí está el meollo de la cuestión, porque «as gatas, con cinco e seis meses, sen chegar ao tope de crecemento, xa están parindo, podendo chegar a ter ata tres partos anuais e a traer en cada un seis gatiños, e dos trinta gatos que pode haber nunha colonia, dez ou quince son femias», apunta. Eche cuentas. En el resultado está la razón por la que esta vecina de Melide apela a «facer un traballo global, e non residual, que é o que estamos facendo. O ideal —insiste— sería facer unha castración masiva en todas as colonias, dar con todas e asegurarnos de que hai alguén velando por cada unha delas, de maneira que estean coidadas, e non se multipliquen. Entre todos, pódese». Incluye a la administración más cercana, que, recuerda, «está obrigada a facerse cargo das colonias».

La adopción de felinos callejeros es una opción poco viable. «Hai excepcións, pero os gatos ferales, que son os que predominan, naceron na rúa, e non socializan co humano», explica Ana García, que también apela a la necesidad de concienciar a quienes tienen gatos como mascotas de la importancia de la esterilización. No hacerlo, «tamén axuda a aumentar as colonias», recuerda.

Capturar, esterilizar y retornar para un control «eficaz»

El CER —acrónimo de Captura, Esterilización y Retorno— es el modelo de gestión que Ana García aplica en las colonias de gatos de Melide. «É eficaz», simplifica la mujer con conocimiento de causa. Lleva costeado la esterilización de más de cuarenta felinos. Una reciente campaña de la protectora Apaca hizo posible la castración de veintitrés más. Lo agradece. También la implicación de sus compañeros de trabajo, de vecinas como Luisa y Lorena, de un veterinario de Sigüeiro que se encarga de la asistencia médica, y de colectivos como Bigotes Lalín, de los que recibió la primera jaula para la captura de los felinos.