Las soprano del coro se pusieron al frente de la agrupación, con ya diez conciertos programados
14 mar 2022 . Actualizado a las 11:39 h.
Carmiña López atesora el recuerdo de su madre «cantando toda a noite en noiteboa». De ella heredó una afición que cultiva en la Coral Polifónica de Melide, una formación que une a vecinos a los que «o que nos gusta é cantar», remacha. Sobre ese interés compartido, la función social y cultural de la agrupación, su regreso a los escenarios tras dos años de pandemia, y su trayectoria de cuatro décadas departe el grupo de mujeres que recientemente asumió la directiva de la entidad. Son las soprano del coro, una cuerda de la que forma parte Carmiña, junto con otras diez melidenses, con «tantas ganas e ilusión que non nos vai chegar o ano a nada», dice Ánxela López.
Es la presidenta de la Coral Polifónica de Melide, que, el próximo sábado, cumple 40 años. Fue el 19 de marzo de 1982 cuando el entonces alcalde Javier Rodríguez convocó a los vecinos a una reunión con la pretensión de retomar la extinta formación Voces de Melide. A la llamada «responderon setenta persoas, e fomos moito tempo setenta integrantes, baixo a dirección de don Andrés Sampayo», recuerda. Las más veteranas de la cuerda, como María del Carmen Fernández, conservan intactos en la memoria momentos como el festival que se celebró para recaudar fondos para comprar los trajes de la agrupación, los viajes fuera de Galicia, o el primer concierto, el 16 de agosto de 1982.
El coro, dirigido desde 1998 por Valeri Moriatov, siempre actuó en el día grande de las fiestas de San Roque que se celebran en la localidad, donde «a Coral se sinte moi querida», subrayan, con orgullo, desde la directiva, en la que consideran que «ten moitísimo mérito, e é moi imporante seguir activos, que nunca pecharamos as portas». Con cuatro décadas de trayectoria ininterrumpida, para las soprano, «manter vivo o coro é unha constante vital». El alivio de las restricciones les permitió calendar ya una decena de actuaciones este año. Pero más que la importancia de regresar a los escenarios, la directiva valora el volver a juntarse dos días a la semana para ensayar, y los lazos que esos encuentros estrechan. «Somos unha gran familia», afirma Marina Lea, que cuenta que, cuando retornó de la emigración en el País Vasco, «o coro abriume moitas portas». Es natural de Sobrado, y en Melide, apenas conocía gente. Y como en las buenas familias, se comparten las alegrías, y también las penas. Y «no último ano, houbo moitas perdas», lamenta Fina Buján.