«Foi unha decisión dura, queriamos quedar, pero foi polo noso ben»

n. noguerol / e. forján MELIDE / NEGREIRA / LA VOZ

MELIDE

CEDIDA

Dos estudiantes becadas por la Fundación Amancio Ortega regresan de Canadá a Melide y Negreira

07 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En tiempos de cuarentena también hay abrazos prematuros. Como el de bienvenida a jóvenes becados por la Fundación Amancio Ortega para estudiar un año en el extranjero. Dos de ellas, Iria Prado, de Melide, y Lara López, de Negreira, relatan su experiencia truncada por la alarma sanitaria.

Iria Prado dio uno de estos abrazos prematuros a sus padres y a su hermana cuando, hace diez días, regresó a su domicilio familiar en Melide, horas después de que aterrizara el avión que la trajo de vuelta de Canadá antes de lo previsto. «Vinos moi emocionados, pero eu tiven a sensación de que non marchara nunca», afirma esta melidense de 16 años para explicar lo fugaces que fueron los siete meses que dejó atrás en la ciudad canadiense de North Bay, donde estaba cursando el equivalente a primero de bachillerato con una beca de la Fundación Amancio Ortega.

Y no es que no echase de menos a su familia. «Ao final, entrábache a morriña. Pero, a pesar de que estar fóra da casa dá un pouco de vertixe, unha vez que empezas pasa voando», apunta la joven para referirse a una experiencia a la que no le pone pegas, ni siquiera por haberse frustrado su final a causa de la pandemia del coronavirus.

Cuenta Iria que el adelanto de un regreso a España que estaba programado inicialmente para finales de junio tampoco no la cogió de sorpresa. Antes de que el pasado 23 de marzo recibiese la notificación oficial, «houbo comunicacións previas polas que sabiamos que esa posibilidade existía». Una vez confirmada, asegura, «o primeiro que pensei foi que non ía volver ao instituto, nin poder despedirme das miñas amigas, pero logo pensas en como está a situación e entendes que foi unha decisión adoptada polo noso ben, dentro da moitísima preocupación que sempre amosaron por nós; unha decisión dura, porque todos queriamos quedar, pero comprensible, porque hai unha razón de peso para tomala», explica Iria.

En Melide, la joven continúa con la rutina lectiva de confinamiento de North Bay, «onde cancelaron as clases o mesmo día que en España, a pesar de que a situación non estaba tan mal como aquí», señala. «O que temos que seguir facendo son as clases on line e os traballos que nos mandan», cuenta esta brillante estudiante, que, pendiente de que las autoridades aclaren cómo se va a resolver la evaluación final del año académico, se muestra dispuesta a «facer todo o que estea nas miñas mans para pasar de curso».

En Canadá no le fue nada mal. Cerró el primer semestre con tres de las cuatro asignaturas obligatorias, «as máis complicadas», superadas. Las cuatro que completan el plan de estudios del curso son optativas, con las que el alumno configura un currículo adaptado a sus inquietudes. La materia de música, por ejemplo, le proporcionó a Iria la experiencia de «tocar por primeira vez nunha banda co clarinete. Empecei a tocar o instrumento este ano e mellorei moitísimo», cuenta la joven, que dejó al otro lado del Atlántico dos grandes amigas y una hospitalaria familia que le hizo sentirse como en su propia casa.

Del municipio de Negreira viajaron dos jóvenes a estudiar a Canadá: Lara López e Inés Túñez. Y las dos afrontan su regreso cumpliendo las medidas de confinamiento. Como todos los becados, están en una situación de compás de espera para saber cómo terminarán sus estudios. Lara reconoce que los primeros días le costó la adaptación por la diferencia horaria entre los dos países. Comenta que, después de una semana de vacaciones, «déronnos dúas semanas máis, porque tiñamos que regresar ás clases o 23 de marzo, pero decretaron a corentena ata o 5 de abril. Polo menos na provincia de Ontario, onde estaba eu, porque noutras provincias, o curso xa estaba pechado indefinidamente», asegura Lara López.

La «incertidumbre» rodea todo lo que tiene que ver con sus estudios. «Sabemos que desde a Fundación Amancio Ortega están traballando para que nos dean os créditos xa, e nos convaliden todo o curso, pero non sabemos se vai pasar ou non, ou se imos ter que continuar o curso on line desde aquí», subraya.

«Eu estaba moi contenta no Canadá, porque era como convivir cunha segunda familia. Aínda que ao principio custou a adaptación, sobre todo porque alí hai bastantes menos horas de luz que aquí. Pero unha vez te adaptas é un lugar tranquilo, máis relaxado», añade Lara, que asegura que la situación para ella «é rara, porque marchamos no verán, e agora regresamos outra vez con calor e os días medrando». También reconoce que echa mucho de menos levantarse «e ver a neve».

Confiesa que, cuando llegó a Madrid con los compañeros con los que compartió el vuelo, «decatámonos da gravidade da situación, algo do que xa nos advertiran no aeroporto en Toronto», donde las medidas no eran aún tan restrictivas. También señala lo atípico que le resulta el confinamiento total en los domicilios, «porque o Canadá é máis grande e a poboación está moito máis dispersa que aquí», por lo que la incidencia de la pandemia no alcanza los niveles de Europa.