El antiguo buzón de Correos que se hizo lienzo y memoria en Dodro

Emma Araújo SANTIAGO / LA VOZ

DODRO

CEDIDA

Una intervención artística en Manselle embellece los viejos depósitos comunitarios que antiguamente utilizaba una cartera

10 may 2023 . Actualizado a las 05:05 h.

A Amparo Angueira, vecina de Manselle (Dodro), le llamaba la atención un mural contra la violencia de género que está en la N-550 a su paso por Teo y pensó en promover una intervención similar en su aldea. Y fue ahí cuando se imaginó que el viejo panel en el que permanecían los antiguos buzones de correos podía ser un buen lienzo. Así se lo hizo saber al concejal de Cultura, Xoán Xosé Vicente. Casualidades del destino, esto ocurrió cuando la muralista Raquel Germade llamaba a la misma puerta del Concello para proponer algún tipo de intervención artística en espacios públicos.

Xoán Xosé Vicente cruzó ambas ideas y el resultado salta a la vista, ya que la herrumbre de la vieja estructura y los restos de los buzones se han transformado en un mural que recuerda especialmente la memoria de Manselle. «A imaxe dos buzóns resultoume moi evocadora», recuerda la artista, que enseguida conectó con el proyecto, en el que participaron, además de Amparo, cinco personas más que apenas habían tenido contacto con la pintura pero sí recordaban muchas historias sobre su aldea y quisieron reproducirlas para rescatarlas del olvido.

Gracias al trabajo de investigación para estos murales y la memoria que atesora el vecindario de Manselle en los diseños se recuerda que esta aldea era muy conocida por la gran cantidad de sapos que vivían en ella aunque ahora no quede casi ninguno. También tuvo el sobrenombre de «A aldea rusa». Amparo Angueira no tiene muy claro el porqué de esta nomenclatura, que bien podría relacionarse con el hecho de que en Manselle vivieron muchas personas de ideales republicanos. El mural viaja en el tiempo para recordar la cooperativa láctea que se creó en la parroquia de San Xoán de Laíño poco antes de que estallase la Guerra Civil y de la que no quedó ni rastro tras la contienda. Este rincón de Dodro también presumía de tener vistas al mar, pero a un mar muy especial, el del río Ulla y las brañas de Laíño, que quedó incorporado a la intervención artística. Una palmera a la que se llevó la plaga del picudo también está inmortalizada para el recuerdo de quien no la conoció, un imponente ejemplar que formaba parte de la estampa de Manselle y que para más señas estaba plantada en la casa conocida como la de «o señorito». En el diseño del mural también participó un vecino de Lestrobe, que dejó como recuerdo en el mural colectivo el antiguo taller de cerámica que tenía su familia.

Concluida la actividad, Raquel Germade no puede estar más satisfecha con el resultado y la experiencia. «Encantoume a idea dende o primeiro momento, pareceume xenial e unha proposta moi enriquecedora en todos os sentidos», recuerda 48 horas después de haberla concluido. «O trato coas persoas que participaron foi unha marabilla en todo momento e proceso de traballar e dirixir ao grupo foi unha experiencia moi interesante», añade.

Amparo Angueira también está orgullosa del resultado y recuerda que su idea buscaba plasmar recuerdos que ella y su hermano escuchaban en casa y que cree que no deberían perderse porque «é a nosa memoria».

El mural está terminado desde el pasado domingo, más tarde de lo previsto porque el mal tiempo y las lluvias retrasaron parte del trabajo porque había que hacerlo al aire libre. Y, dado el éxito de la iniciativa, al Concello le gustaría recuperar más buzones con una filosofía similar. No quedan muchos, confirma Xoán Xosé Vicente, porque el deterioro de algunos de ellos obligó a retirarlos hace tiempo, pero son suficientes para pintar la historia olvidada de Dodro gracias a los recuerdos que siguen imborrables en algunas memorias.