«Si el avión no llega a hacer el aterrizaje de emergencia no llego viva»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

BRIÓN

xoan a. soler

Nidia Ramos solo quiere agradecer la atención prestada por la tripulación, la aseguradora y el personal sanitario

12 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo habitual es quejarse de los retrasos del avión, de la pérdida de las maletas, de la mala atención de las aseguradoras o del trato del personal sanitario. No es el caso de Nidia Ramos, una vecina del concello de Brión que el 25 de diciembre voló de Santiago a Valencia. Era un viaje con destino Gandía que gestionaba Mundosenior dentro del programa de vacaciones del Imserso. Y como todo lo bueno llega a su fin, el pasado 3 de enero tocó regresar, y en pleno vuelo Nidia sufrió un ataque de asma y ansiedad: «Soy de Perú y viajo con cierta frecuencia; nunca he tenido problemas de pánico ni nada pese a haber volado 12 o 13 horas seguidas», cuenta.

Pero algo ocurrió ese día y cuando ya habían sobrepasado Madrid notó que no le entraba aire, «llevaríamos media hora, porque justamente estaba mirando la pantalla y habíamos pasado Madrid». Estaba en el asiento del medio, pulsó el botón de llamada y como no acudían los miembros de la tripulación se levantó. «Se me cerraba la garganta y no podía respirar, corrí hacia adelante adonde estaban las azafatas y les dije: '¡Por favor, ayúdenme!'». A partir de ahí todo pasó ante sus ojos como una película. La mala suerte quiso que no viajase ningún sanitario en el vuelo, y pese a que los miembros de la tripulación le pusieron oxígeno, Nidia seguía sin respirar. La reacción fue inmediata, el piloto dio orden de regresar a Madrid y aterrizaron de emergencia: «Yo no llegaba a Galicia sin el aterrizaje forzoso, creo que me quedaba allí, porque ya había empezado a convulsionar; no llego viva», recuerda.

Apenas unos días después solo tiene palabras de agradecimiento para todos, «a Mundosenior, a su aseguradora, al piloto, al personal del vuelo, al hospital. El piloto, al ver como estaba, regresó rápido a Madrid, y entiendo que un aterrizaje de emergencia es una enorme cantidad de dinero que pierde la aerolínea, esto obliga a modificar otros vuelos, a hacer maniobras, el avión iba completamente lleno, con más de 180 pasajeros».

Esta gallega de adopción se recupera en su casa con el apoyo de su marido, Pepe, casi más traumatizado que ella. «Al final en el avión perdí la noción, me dejé llevar y dije: 'De acá no salgo'. Solo miraba a mi marido que estaba pálido, blanco como el papel, y aún está traumatizado», cuenta. Además, pese a que siempre lleva varios espráis para el asma, el que tenía en el bolsillo se terminó «y, como prácticamente estaba inconsciente, no recordaba dónde estaban los otros».

El susto fue tan grande que de momento, pese a estar acostumbrada a volar y pese al excelente trato recibido, lo de volver a subirse a un avión no lo contempla, «al menos hasta que no me den razón de qué es lo que me ocurrió en ese vuelo». De hecho estos días se está realizando chequeos para comprobar que el ataque de asma y ansiedad no obedece a ningún problema de salud.

En el Hospital Ramón y Cajal de Madrid estuvo dos días, hasta el pasado 5 de enero, y desde allí su marido y ella cogieron un tren a Santiago. No tuvieron que preocuparse por las maletas ni por el transporte hasta la estación, ni hasta su casa. De todo se encargó la aseguradora «y, cuando estaba en la clínica del aeropuerto, en donde recibí los primeros auxilios, cada media hora llamaban a mi marido para decirle cómo estaba», cuenta Nidia desde su casa de Brión. «Los pasajeros a veces criticamos sin saber y exigimos muchas cosas, pero la buena atención también hay que agradecerla, porque prácticamente me salvaron la vida», explica.

Y pese al susto en el cuerpo, sobre todo en el de su marido, a Nidia aún le queda humor y agradecimiento para narrar el vuelo más terrorífico de su vida, aunque con final feliz.