Susú Cores: «Mi sueño sería vivir del fútbol»

BOIMORTO

Abraldes

La ribeirense hizo historia al ser la primera mujer en entrenar un equipo de Preferente

06 ene 2020 . Actualizado a las 11:36 h.

El balón ha acompañado a Susú Cores (Ribeira, 1985) a lo largo de su vida. Desde su Santa Uxía natal hasta Boimorto, pasando por el fútbol herculino. Ella se ha convertido en pionera, en la primera mujer en dirigir un equipo que milita en la Preferente Galicia. Es solo un paso más de la técnica de la selección gallega femenina sub-15, un escalón a subir para cumplir su sueño. Llegar a ser profesional del fútbol.

—¿Cómo logra compaginar todo?

—Tengo mucha suerte en mi trabajo [en un gimnasio en A Coruña]. Somos muchos y puedo cambiar turnos. La semana que estuve con la selección femenina la pierdo de mis vacaciones de verano, me quedo sin días prácticamente. Y con el Boimorto me echan una mano. Cuando estoy fuera un chico dirige los entrenamientos. Pero sí, ando un poco corriendo.

—Tiene que gustarle mucho para quedarse sin vacaciones.

—Me motiva, sí. Si no cediera mis vacaciones, no podría dirigir a la selección. Me motiva mucho más eso que disfrutar unos días más libre. A mí esto es lo que más me gusta.

—Escuché a principio de temporada que no duraría mucho en el banquillo del Boimorto, nada más lejos de la realidad.

—La verdad es que hemos competido bastante bien. En Boimorto ya me conocían. Los jugadores saben cómo soy, y yo sé cómo son ellos. Es cierto que ahora tomo las decisiones y en un grupo nunca llueve a gusto de todos. Cada uno tiene su opinión, pero ellos respetan la mía. En este equipo vamos en la misma línea, tenemos la misma idea.

—¿Y a pie de césped cómo lo vive?

—Al principio había más runrún, pero ahora ya es algo más normal. Algunos te felicitan por llegar ahí y escuchas algún comentario fuera de lugar. Nada demasiado importante.

—¿Muchas animaladas?

—Cuando hablo con el árbitro me preguntan si estoy ligando con él. Hay comentarios sexistas. El otro día jugábamos contra el Residencia, en Lugo, y empezaron a cantarme la canción del violador eres tú.

—No es plato de buen gusto.

—Yo paso, directamente. Estoy a lo mío, me hace más gracia que otra cosa. El problema lo tiene el que lo dice. Yo estoy en el partido. Hago oídos sordos.

—Está haciendo un pequeño milagro con un equipo que partía como candidato al descenso.

—Mantenemos el bloque de año pasado, pero con algunas bajas. Nuestro objetivo ha estado claro desde el principio. Somos un equipo humilde, que no puede pagar a los jugadores y que no tiene filial para tirar de los juveniles. Estamos en Boimorto y traer a alguien de fuera es complicado. Pero con el carácter de los jugadores de Boimorto vamos sacando partidos. La Preferente está muy complicada, pero estamos trabajando.

—¿Cuál es su estilo?

—El estilo lo marcan los jugadores. Somos un equipo muy aguerrido, de disputa. Este año intentamos apostar un poco más con las segunda jugadas. No tenemos tanto balón en el medio del campo.

—Saltando a la selección gallega que dirige, ¿qué nivel hay en Galicia en estos momentos?

—El ejemplo puede ser el partido contra Cataluña que jugamos. Te estás enfrentando a una selección sub-15 y, a pesar de tener muchas niñas de 13 años, plantas cara. Llegamos a portería, no es que estuviésemos atrás. Eso ya te dice algo. Galicia cada vez está mejor. Se trabaja con mayor calidad desde la base. Esto ha crecido de unos años para aquí y va a seguir haciéndolo.

—¿Queda mucho para alcanzar el nivel de los mejores?

—Cataluña, Madrid, País Vasco o Valencia están un paso por encima. La diferencia es que tienen equipos filiales, clubes en la Liga Iberdrola. No es lo mismo formarte en el Barça que en un club de Galicia que no tiene un equipo en Primera División.

—¿Es necesario que el Celta dé también el paso?

—Creo que debería hacerlo. Por lo que escuché, están esperando a las nuevas instalaciones para intentar el proyecto femenino. Eso daría un paso más, un salto de calidad para las jugadoras de Galicia. Con el Dépor y el Celta, las niñas podrían ver que se puede llegar a Primera.

—Ahora la batalla está en el convenio del fútbol femenino.

—Hay que tener unos mínimos. No es lo mismo un jugador que puede destinar 24 horas al fútbol con una chica que tiene que estudiar, ir a las nueve de la noche a entrenar, cambiar turnos de trabajo... Al final te acaba cansando. No rindes al 100 %. Son necesarios unos derechos, como lo son para los hombres.

—¿Se ve entrenando a un equipo femenino del Dépor o Celta?

—Creo que hay muchísima gente en Galicia preparada. A mí me encantaría, mi sueño sería vivir del fútbol. Estaría dispuesta a entrenar a cualquiera de los dos equipos, pero tampoco es algo que piense ahora mismo.

En corto

Susú Cores comenzó a jugar al fútbol en el Aguiño, un equipo que llegó a militar en Segunda División nacional y que marcó un hito en el fútbol femenino de Galicia.

—Llegó a competir vestuario con Vero Boquete. ¿Cómo recuerda esa época?

—Coincidimos en el Aguiño. Yo jugaba de delantera y cuando la vi entrenar un día pensé «no vuelvo a jugar más». Cogió el balón desde nuestra portería y marcó en la otra. Creo que es algo que me llevo del fútbol. Es una de mis mejores amigas, con la que comparto mi pasión por el fútbol y a la que consulto a la hora de tomar decisiones. Para mí es un lujo tenerla como amiga.

—¿Qué fue mejor, la etapa de entrenadora o de jugadora?

—Disfruté mucho jugando, pero es cierto que ahora estoy disfrutando un montón. Es diferente. Desde la banda se sufre más.

—¿Qué tipo de delantera era?

—Empecé de delantera, pero acabé de central [ríe] . Mis mejores años fueron en esa posición. En el Victoria tuve un par de buenas temporadas. Daba seguridad atrás, iba bien al corte. Era más física que técnica.

—¿Y qué es más fácil de llevar, un vestuario de mujeres o uno de hombres?

—Es diferente porque somos diferentes. Hay complicaciones en los dos. En un grupo cada uno tiene su opinión y ve el fútbol a su manera. Lo complicado es hacerles ver la idea que tú tienes. Pensé que los chicos se quejarían menos, pero no. A nadie le gusta quedarse en el banquillo. Pero yo como jugadora también quería jugar siempre.