Vista la apatía de otros inicios de curso, el actual pudiera parecer un espejismo, un eco de distantes septiembres en los que el retorno de la vida universitaria ponía en ebullición a Compostela. La prolongación de una temporada turística sin precedentes cubre ahora los espacios cedidos por la debilitada clientela universitaria, y la muy potente oferta de espectáculos sitúa de nuevo a la capital en el centro del cartel cultural de Galicia, del que incomprensiblemente se ausenta largas temporadas. El resultado es el que se ha podido vivir este fin de semana en Santiago: actividad total, en los espacios culturales, en los establecimientos hosteleros y comerciales, un hervidero en las calles. Después de un agosto en el que la propuesta de espectáculos ha estado apenas limitada a los voluntariosos pero del todo insuficientes ciclos de música y circo en la calle y a la programación del Gaiás, este septiembre marca el camino para devolver el tono a la desvaída etiqueta cultural de esta ciudad. Confluyen el WOS, un festival de una enorme proyección en las escenas de vanguardia con solo tres ediciones, el novedoso HerDanza de danza contemporánea, conciertos como el de anoche de Xoel López y Anne Etchegoyen en el ciclo Latitudes que arrancó en agosto con Julieta Venegas y traerá este otoño a Nyman y The Chemical Brothers; y, por si fuera poco, aquí al lado, el largo fin de semana del Festival de la Luz. Este arranque con exceso de oferta no debe ser fugaz casualidad, sino un relanzamiento cultural, sostenible y estable. Citas próximas como Curtocircuíto y Cineuropa, además de la temporada del Auditorio, son bases consolidadas para construirlo.