Desde su apertura en mayo, Casa Cruceiro, un hostal de tres estrellas en el centro de Arzúa, no deja de cosechar reseñas positivas que avalan una oferta asequible de calidad excepcional
20 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Son acogedores como la pensión de máxima categoría —tres estrellas— con la que Arzúa ganó una treintena de plazas de alojamiento a todo confort en el centro urbano. Porque en el número 6 de la calle Ramón Franco —a dos pasos del consistorio—, abrió sus puertas, a mediados de mayo, Casa Cruceiro, un proyecto muy familiar con el que José Manuel Varela se embarca, con 65 años recién cumplidos, en el sector turístico. «Tócame pola idade, pero pola cabeza, non», mantiene este reputado empresario arzuano, hecho a sí mismo, que rehúye de la jubilación.
No viaja solo en esta nueva travesía. Zarpó acompañado por su mujer, Ángeles López, y por los dos hijos del matrimonio: Manuel y Ángela. Sus padres —Eugenio y Carmen—, sus cuatro nietos —Sofía, Mariña, Roque y Cloe— y hasta fincas de la familia también, de alguna manera, lo acompañan, dando nombre a las doce equipadas habitaciones que, además de un apartamento con todos los servicios, tiene el hostal. La acogida inicial conduce al optimismo en las expectativas. Sin gota de publicidad, «a xente recibiunos ben, tivemos traballo, e, incluso, enchemos a pensión», comenta Ángela, que, a sus 31 años, lleva con mucha disposición el timón en la gestión diaria del establecimiento. Especialmente agradecida está la familia «cós veciños que tamén teñen negocio, e nos mandaron hóspedes», cuentan.
Ahora bien, desde el momento de la recepción hasta la salida, el mérito es de ellos. Hubo quien entró para una noche y acabó pernoctando tres. No se engaña Ángeles cuando afirma creer que «os que viñeron marcharon contentos». Las reseñas en Booking, el único portal de reservas en el que figura la pensión, están para ver. «Me alojé aquí haciendo el Camino de Santiago y me sorprendió que esté catalogado como pensión y sea tan bonito, elegante y cuidado. Además, tienen servicios para los peregrinos, como lavadora, secadora, etc... Pero si no estás haciendo el Camino, también es ideal para alojarte. Las habitaciones son preciosas, la ropa de cama, las toallas son de excelente calidad, mucho mejor que en hoteles de lujo. La cama muy cómoda, y todo muy nuevo y cuidado. El servicio y el desayuno, más que excelente», se lee en una de ellas. Y hay unanimidad en las opiniones, que también coinciden en la hospitalidad del personal, que, subrayan, «te ayuda en todo lo que necesites».
Con esa carta de presentación, «a diario están entrando reservas para xullo, agosto e setembro, e xa hai días coa pensión completa», cuenta José Manuel. También descuelgan el teléfono para atender «axencias novas que chaman case todos os días», comenta, en alusión al interés que la pensión está suscitando en el sector, que cuenta en Arzúa con una dimensionada oferta que responde a su condición de final de etapa de dos itinerarios jacobeos: el Camino Francés y el del Norte. «Aquí hai moita oferta, pero tamén moita demanda», admite la familia.
La apertura de Casa Cruceiro también supuso la recuperación de un emblemático inmueble, sometido a una integral, y necesaria, rehabilitación. Solo se conservó la fachada, que impone sobre todo de noche con una acertada iluminación. «O resto houbo que facelo todo novo», cuenta Manuel, al frente de la granja familiar en la parroquia de Rendal. La pensión «foi a solución a unha propiedade que se comprara por inversión, e que estaba en ruínas no centro do pobo», explica el ganadero, también dispuesto a remar. «Entre todos, temos que facer que isto funcione», defiende.