Llevan 65 años casados y cultivan la huerta juntos

Melissa Rodríguez
melissa rodríguez CARBALLO / LA VOZ

ARZÚA

Amparo y Luis se vistieron ayer de gala para cantar su amor a los cuatro vientos
Amparo y Luis se vistieron ayer de gala para cantar su amor a los cuatro vientos Ana García

Amparo Fuentes, de Baio, tiene 91 años, y Luis Montero, de Arzúa, va camino de los 95, pero ni las patatas ni las naranjas se les resisten

27 mar 2024 . Actualizado a las 09:51 h.

No todos los días se celebran las bodas de platino. Amparo Fuentes López, de 91 años, y Luis Montero Rodríguez, de 94 (en unos días serán 95), llegarán en octubre, «se Deus quere», matizan, a los 66 años de casados. Alguno más suman como pareja. Viven en Baio, Zas, de donde es natural ella. Él es originario de Arzúa. Fue a través de una hermana del hombre cómo se conocieron. «Pura facíalle o servizo aos da farmacia Central de Baio, que tiñan casa en Santiago. Eu viña vela nos días de feira. Miña irmá fíxose amiga de Amparo, eramos todos da mesma idade, máis ou menos, e así foi como xurdiu», recuerda Luis.

Se casaron el 12 de octubre de 1957 en la iglesia de «Baio pequeno», dicen, y luego lo celebraron en la casa familiar de Fuentes, como era conocida la familia de Amparo (también por Pose). Ella vistió de negro. Así mandaba la tradición, bien distinta a la actual. Y él llevó corbata. Así lucen en la foto que conservan en la vivienda familiar, en un marco que el propio Montero Rodríguez talló con sus manos. «Meu pai era carpinteiro, pero non me ensinou. Aprendín eu», apunta.

Amparo fue costurera desde niña: «Con 8 anos xa ía polas casas. Fíxenlle pantalóns curtos a Eugenio, o bispo». También trabajó para la funeraria Costa, confeccionando los mantos para los velatorios que por aquel entonces predominaban en los espacios familiares. Asimismo, elaboró mandiles, sábanas y cortinas para la antigua Casa Costa, con pensión y restaurante. «Pero tamén había que cumprir cos labores da labranza. Íase co arado de ferro e cos bois tirando», recuerda Fuentes, que tuvo ocho hermanos.

«Crieime na miseria»

El historial de Luis es mucho mayor todavía. Él lo resume con esta frase: «Non sei aínda a día de hoxe como estou vivo coa escravitude que vivín. Crieime na miseria». Era «de familia pobre», reconoce. Fueron dieciocho hermanos (y más embarazos hubo con fatal desenlace, traslada), pero muy pronto se quedaron en diez.

Ana García

Los años de la Guerra Civil y posteriores fueron «de fame», aseguran. «Había racionamento de azúcar», recuerda Amparo. Con todo, él sufrió más las penurias. «E aínda así, nunca roubei». Es algo que repite constantemente. Se siente orgulloso. «Había de todo: sarna, pulgas... Cero compasión», añade Luis.

Siendo adolescente, cargaba sacos de abonos «¡de 100 quilos!». Ya en Baio, trabajó de soldador en el taller de coches de un hermano de su mujer. «Había escaseza», y ya siendo padre de dos hijas (una de ellas, Pilar, del año 1958, dirige la panadería Paredes en la localidad, y Mari Carmen, es modista), emigró a Suiza. Allí se empleó en el sector de la construcción, oficio que continuó a la vuelta, aunque si por algo destacó en la comarca fue por ser un matador muy delicado de todo tipo de animales destinados al consumo como cerdos, becerros, corderos o conejos. Incluso varias carnicerías contrataron sus servicios. También rapaba las ovejas en su Arzúa natal y ayudaba en varias casas a cortar la hierba o a cosechar. Por hacer, hasta ejerció de veterinario, dando inyecciones, incluso a las personas, y asistiendo partos. Montero también completó el servicio militar en Pontevedra. Cuenta una anécdota de aquellos tiempos de antaño: «Na ruta de bus que pasaba por Arzúa, o condutor cobráballe menos a quen ía na parte de arriba. As mulleres levaban posto un pano e co vento era como se fosen espidas».

Amparo y Luis tienen cuatro nietos y dos bisnietos. Las mañanas las emplean en la huerta, y por la tarde, descansan. Gozan de buena salud. Solo hay que ver el apuro que les entra por ir atender las gallinas y controlar la cosecha. Los naranjos, con mucho éxito, y los limones, son la especialidad de Montero. Amparo atiende más a las patatas y al maíz.

«Que cal é a clave de aguantar tanto tempo xuntos?», se preguntan. «Aguantar altos e baixos!», responden riendo. «A min o que máis me gustou dela é que non lle facía falta pintarse», comenta Luis. Amparo se queda pensativa, pero no quedan dudas: su marido la entretiene solo con su labia (tiene para rato). ¡Que siga la cuenta!