La encrucijada que llevó a esta autónoma de Ames a reducir horarios: «Soy florista, pero también soy madre»
AMES
Mary Vieites decidió cerrar 2 días a la semana y abrir su tienda de O Milladoiro hasta las 17 horas para dedicar más tiempo a su hijo
16 oct 2024 . Actualizado a las 00:00 h.«Soy una persona responsable y madura, pero también muy inquieta y, a veces, ansiosa. Desde hace 16 años, he dedicado mi vida a esta hermosa floristería, que es más que un negocio; es una parte fundamental de mí. Pero también soy madre de un niño de 7 años y tengo una familia que necesita mi atención, así como algunos problemas de salud que han hecho que reflexione sobre el equilibrio en mi vida». De esta forma comienza el mensaje que compartía hace pocos días a través de las redes sociales Mary Vieites, de Mil Rosas (en O Milladoiro, Ames) para explicar la encrucijada que la llevó a reducir su horarios de cara al público.
Dos años después de este cambio, indica, «la mayor parte de la gente lo entiende», pero todavía extraña a muchos que cierre la tienda dos días a la semana —domingos y lunes— y que baje la verja entre semana a las 17.00. Reconoce que le costó «muchísimo» dar este paso. Temía, como sucede a tantos otros autónomos que como ella tienen que hacer malabares para conciliar la vida laboral y la familiar, perder parte de su clientela y ver cómo el fruto de tantos años de esfuerzo se iba a pique. «El punto de inflexión fue cuando un día mi hijo, hablando de algo del colegio dijo: ‘Es que mis papás no están en casa y no me lo pueden explicar'. Ahí se me calló el alma al suelo», reconoce esta teense de 46 años que empezó a trabajar como florista cuando aún era menor de edad.
«Ser autónomo implica una carga de trabajo inmensa. La floristería ocupaba el 90 % de mi tiempo, y con el deseo de ser una buena madre, me sentía culpable por tener que dejar a mi hijo en la guardería desde tan pequeño. La conciliación familiar para los autónomos, lamentablemente, no es una realidad sencilla. Quería estar más presente en la vida de mi hijo, disfrutar de sus momentos importantes y crear recuerdos juntos», indica Mary, quien destaca que siempre contó en este pulso con el apoyo de su marido y padres.
Hoy no se arrepiente de haber hecho un reajuste horario, que no significa tampoco vaguear: «En días especiales, como San Valentín o el Día de la Madre, abro de forma ininterrumpida de 10.00 a 20.00 horas, incluso siendo festivo. Este horario me ha permitido, por otra parte, ser más flexible. Antes, mis compromisos en la floristería limitaban mi capacidad para atender bodas y eventos, ya que los viernes y sábados son días muy ocupados. Ahora puedo dedicar las tardes a visitar pazos, iglesias y otros espacios donde se van a celebrar las ceremonias y reunirme con mis novias para ofrecerles presupuestos realistas y una atención más personalizada. Los lunes, he ajustado mi horario para poder atender mis citas médicas y llevar a mi hijo al pediatra sin estrés. También realizo entregas a domicilio fuera del horario laboral, lo que me permite mantener los costos de envío a un mínimo y seguir brindando el mejor servicio posible». Además, «creo que el niño ganó en confianza al pasar más tiempo de calidad juntos y poder hacer los deberes con él», añade una pequeña empresaria que ha logrado equilibrar una balanza que trae de cabeza a muchos.
Reivindica así que, acudir a la Floristería Mil Rosas, es apoyar a una mujer emprendedora «que se esfuerza por encontrar un equilibrio entre ser una buena madre y ofrecerles flores, ramos y centros de la mejor calidad». Considera que ya no existe un cliente tan fiel como lo había antes, que compra exclusivamente en un establecimiento, sino que por el propio ritmo de vida lo más habitual es que un día compre en un lado y al siguiente en otro, dependiendo de la prisa que lleve y de lo a mano que le quede cada tienda: «Hoy tenemos menos tiempo todos y las compras por internet se llevan cada vez más. Hay poco tiempo para hacer los recados y solemos dejarlo todo para el último día. Dentro de esta cultura del consumismo, esperamos que los horarios sean lo más amplios posibles para facilitarnos la vida. A mí, si me llaman después de las 17.00 horas por una urgencia y puedo resolverla yo lo hago, pero a veces no me es posible. En su momento, cuando trabajaba en Calo (Teo), estuve 6 años atendiendo al público todos los domingos porque estábamos cerca de un cementerio. Al final tienes que adaptarte a la demanda que existe en cada lugar y noté en O Milladoiro hay una bajada de clientes por las tardes. Llevo un tiempo ya aquí, así que hice mis números y sabía que tener tres horas más abierta la floristería no me iba a condicionar el llegar a final de mes».
¿Y por qué decidió precisamente ahora, 2 años más tarde, explicar el motivo de un horario que ya está plenamente implantado? «No lo he publicado antes porque no sentía la necesidad de explicar una decisión personal y profesional, pero sí me ha dado cuenta, cuando me preguntan los clientes, que es algo que genera cierta intriga, incluso puede dar la impresión de que no me involucro con mi negocio, a pesar de todo», responde una pequeña empresaria capaz de repartir por la noche 100 rosas por O Milladoiro para que sus vecinos encontrasen al día siguiente una flor de camino al trabajo o cuando llevaban a los niños a la escuela, y recordarles de esta forma lo bonito que es recibir una rosa porque sí.
Mary acumula cerca de 30 años de experiencia. Fue aprendiendo todo lo que sabe sobre arte floral trabajando codo a codo con profesionales del sector y formándose en cursos. Comenzó compaginando un ciclo de Jardinería con un empleo como extra en Teo. «Una amiga me regaló unos libros sobre arte floral, porque sabía que me gustaban mucho las manualidades y me llamaba la atención toda esta parte creativa», comenta. Y, poco a poco, fue introduciéndose en este mundo. Se especializó en la Escuela Española de Arte Floral en la creación de ramos y estructuras naturales para bodas y eventos, además de acudir periódicamente a talleres en los que perfecciona sus técnicas en la decoración de espacios exteriores y escaparatismo. Además, estuvo en Nueva York y Tarragona, «enriqueciéndome con nuevas perspectivas y tendencias» sobre arte floral y diseño de jardines.
Mil Rosas nació en el 2008 en Teo. «Yo trabajaba entonces en una floristería y se murió dueño. Se quedó al frente de ella la mujer y me pidió que le ayudara a llevarla, incluso luego me ofreció el traspaso, pero se me hacía demasiado para mí sola. Me pareció que lo mejor era empezar desde cero, en un local pequeñito que había en Calo, en la rúa Cascalleira. Lo reformé con la ayuda de mi padre, albañil jubilado, y de mis hermanos. Con el tiempo, busqué un local un poco más amplio. Encontré hace 10 años un bajo al lado del que estoy ahora, en O Milladoiro, que es un sitio de tránsito entre Calo y Luou, donde vive mi familia. Conocía la zona y había una comunidad pequeña y creciente para seguir desarrollando mi negocio. Al local donde estoy ahora me vine cuando estaba embarazada de mi hijo», relata una mujer a la que le costó mucho dar el paso a la maternidad, no por falta de ganas, sino porque se veía sobrepasada. «Soy muy de hacer yo las cosas. Mi madre siempre me dice: "¡Ay, pobriña... quieres hacer todo bien tú sola!"». Explica que «fue complicado porque no encuentras a profesionales del sector para sustituirte en las bajas. No me importaría formar a gente, pero cuando vienen llegan como dependientes y no saben ni el nombre del clavel ni cómo tratarlo. Me mi muy limitada». Mary tuvo que aprender a delegar y, por ejemplo, ahora tiene a alguien que le ayuda con la parte de las redes sociales y la tienda online, que cada vez es más importante: «Nos llegan muchos encargos de Francia, Estados Unidos y otras partes del mundo. De unos años para aquí, en vez de pedir este tipo de servicios a distancia por Interflora u otras plataformas similares, creció bastante la costumbre de buscar directamente una floristería local».