MisterMyr, de músico callejero en Santiago a tener 2,5 millones de escuchas en internet con un videojuego

emma araújo SANTIAGO / LA VOZ

AMES

PACO RODRÍGUEZ

Aarón Silva crea sus temas en un pequeño estudio en su casa de Ames

16 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El nombre de MisterMyr puede sugerir misterio, pero en realidad la palabra que más se acerca para definirlo es música, porque detrás de este artista, en cuyo DNI consta el nombre de Aarón Silva Sánchez, está la densa y fructífera historia de un treintañero de Pontevedra que a los seis años tocaba el piano, a los ocho la guitarra y al que hoy le atraen, como el mismo detalla, sonidos tan distintos como rock, metal, synthwave, rap, trap, ritmos latinos, lofi, hip-hop, pop y Drum and bass.

Música al fin y al cabo para un artista que durante años, tras formarse en el conservatorio Ataúlfo Argenta de Santander, se ganó la vida tocando la guitarra en las calles y plazas de Santiago y que hoy, afincado en O Milladoiro (Ames), se ha convertido en el músico gallego que consiguió superar el millón de escuchas con uno de sus trabajos de música electrónica, el videojuego Neon Flytron. Este récord lo consiguió hace meses, ya que esta cifra está muy obsoleta porque ahora va por los 2,5 millones. 

Detrás de esta historia de éxito hay mucho trabajo y formación constante, pero también su lado oscuro porque «cuando estudias mucha música te das cuenta que no tienes ni idea. Y cuantos más conocimientos abarcas llegas a la conclusión de que ‘yo no soy nadie'», explica.

Antes de este éxito, MisterMyr hizo callo, y mucho, en el casco histórico de Santiago como músico callejero, una etapa de la que recuerda que «puedes tocar muy bien una obra de grado superior de guitarra pero, como a la gente no le suena de nada, recoges cinco euros. En esos días en los que estás muy quemado piensas ‘lo siento por la gente de los comercios y los vecinos' y te pones a tocar Asturias en repetición durante media hora para hacer caja. Y ganas 35».

Cuando conseguía dinero suficiente iba a los comercios y bares a pedir cambio y perdón por su repertorio machacón. De esta época guarda infinitas anécdotas y varias guitarras de muy buena calidad que le regalaron, o compraron, algunos de sus fans.

Como la música no tiene más frontera que las ganas de seguir aprendiendo y experimentando, MisterMyr formó parte de varias agrupaciones gallegas como From Hell, Rotten y Meigha. También en orquestas como Florida y Duendes, sin olvidar colaboraciones con Patty Castro, Kireina Michan, Menina Arroutada, Kade, Original Thameo, Suevia, Efilheim, Alice Triskel, Dysc0rd1a, ChristalX, In Arcadia Ego y Hazmat.

La pandemia lo paró casi todo, pero la creatividad musical no. En su caso el confinamiento lo pilló en pleno proceso de transformación vital instalado ya en O Milladoiro, con tiempo y espacio para seguir investigando y trabajando como productor y compositor.

Y un día, mientras se paseaba por Twitter, encontró un juego que le llamó la atención pero cuya música le recordó los tiempos que tocaba grandes éxitos de otros. Se ofreció a su diseñador y al otro lado de la red estaba un joven de Crimea, con el que llegó a un acuerdo meses antes de que estallase la guerra de Ucrania. A su socio le encantó su propuesta y el juego comenzó sumar exponencialmente visualizaciones, lo que disparó su audiencia: cien mil visitas en los tres primeros meses.

El bloqueo económico a Rusia paralizó sus ingresos por los derechos de autor, pero MisterMyr, que ha aprendido que en la vida siempre hay que ver la botella medio llena, se queda con el éxito conseguido como artista y se da por muy satisfecho si los ingresos conseguidos por el videojuego le permiten a su socio Alim sobrevivir en pleno conflicto bélico en Rusia. Cuando este le confirmó que Neon Flytron había llegado a 2,5 millones de personas «me dio un subidón de moral», y se animó a publicar vídeos con su música y seguir trabajando en nuevas piezas y colaboraciones.

Gracias a su creatividad y al uso de herramientas de inteligencia artificial afina ideas y contenidos. En un futuro le gustaría tener ingresos suficientes para tener ayuda más profesional en la parte de márketing, mientras que como artista aspira a seguir creando y produciendo música, conseguir lo que en el argot de los videojuegos se llama un Triple A y también que su música forme parte de competiciones de rap de reconocido prestigio como las FMS y las RedBullBatalla.

«O Milladoiro es un sitio mágico, una pequeña Narnia» 

Concluida la conversación con MisterMyr, toca hablar con Aarón Silva Sánchez, el alma que cohabita con el artista y que no se esconde al recordar su etapa más dura, en la que su forma de vida consistía en estar despierto 36 horas seguidas para crear y estudiar música, tocar en la calle y dormir doce. Así lo hizo durante años hasta que su mente y su cuerpo dijeron basta: «Era superproductivo pero cuando vives y trabajas así durante mucho tiempo te pasa factura. Acabé mentalmente agotado y muy delgado y eso hace que tu salud mental se resienta. Tuve que parar y pedir ayuda».

Aarón Silva reconoce que en O Milladoiro, pero específicamente en la zona de O Seidón, encontró el mejor lugar posible para vivir con dos compañeros que trabajan en Santiago. «Para mí esto es como Narnia, es un sitio mágico, una pequeña comunidad en el que los vecinos nos saludamos, los tres gatos que tenemos están encantados, mi casera me trae verduras...». «Cuando llegué aquí estaba empezando a recuperar los horarios del sueño y para mí fue fundamental separar mi estudio de mi habitación para poder trabajar», explica.

En su Narnia particular, la casa en la que vive es el mejor espacio para su actual modo de vida porque «las paredes son de piedra y puedo tocar el tiempo que quiera porque no molesto a nadie». En su estudio tiene todo lo que necesita, con material de todo tipo, alguno reciclado pero más que suficiente, porque, insiste, lo que importa es saber música y tener creatividad.

Aunque reconoce que ahora no cambiaría por nada el lugar en el que vive, recuerda con agradecimiento a su último casero en Santiago, en el barrio de A Trisca. «Algún vecino hacía más ruido que otro, pero cuando le dijimos que necesitábamos otro sitio nos dio el tiempo que necesitamos y muchas facilidades».