Caminan campo a través en Ames para recoger a su nieta del colegio: «Só pedimos un paso seguro»

emma araújo SANTIAGO / LA VOZ

AMES

El vecindario de Tapia y Piñeiro pide con cientos de firmas que la Xunta mejore la seguridad peatonal en la AC-453

15 abr 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Financiar la movilidad sostenible es uno de los ejes del programa NextGeneration, con transferencias a España de 70.000 millones que permitirán ejecutar proyectos como la senda entre O Milladoiro y Santiago, la humanización de este núcleo de Ames y la creación en la comarca de un centenar de paradas de transporte metropolitano más seguras.

Mientas tanto, y sin salir de Ames, las parroquias de Piñeiro y Tapia, vertebradas por la carretera AC-543, viven en una realidad diametralmente distinta. Tras años de espera, la Xunta invirtió cerca de 800.000 euros en mejorar el asfalto y facilitar la comunicación viaria. Pero esta intervención, denuncia el vecindario, no se vio acompañada de mejoras en la seguridad peatonal. Ya lo denunciaban hace un año con la obra recién terminada. Y ahora, una campaña de recogida de firmas que ya ronda las trescientas rúbricas constata que sus quejas van en aumento. Por eso piden para el vial entre Portomouro y Roxos las mismas soluciones que ven en otras carreteras cercanas con tránsito peatonal.

PACO RODRÍGUEZ

Lino Berdullas Miramontes es el presidente de la asociación cultural de Tapia, colectivo que está participando en la recogida de firmas. Berdullas afirma que la mejora del asfalto ha disparado la velocidad media de los vehículos, muchos de ellos camiones. «Dá igual que poñas sinais a 50 por hora, porque non as respectan», denuncia. Y esta realidad cotidiana es especialmente peligrosa, explica, en las aldeas de Frensa y Vilouta. También cerca del centro social de la parroquia, con tramos de acceso en los que la zona para peatones, limitada por un quitamiedos, es prácticamente inexistente «e se veñen dous camións, ou un circulando polo centro e pasa un turismo, non queda sitio e tes que saltar». En su caso, la fórmula que utiliza para evitar este punto negro es desviarse por una pista. «Hai que buscarlle unha solución a este tramo», insiste, porque en cualquier momento, añade con gran preocupación, «pode pasar unha desgraza».

En la colindante parroquia de Piñeiro, en la aldea de Vilaverde, Ana González y Andrés Regueiro se enfrentan cada día al temor que supone llevar a su nieta y recogerla en la parada del bus escolar, ya que en la distancia que separa su casa del punto de recogida no hay ningún tramo adaptado para peatones, y mucho menos para una niña de tres años. «Non pedimos unha beirarrúa, só un paso seguro». «Noutras partes da parroquia, no Milladoiro e en Bertamiráns hainas, por que aquí non», se pregunta Ana.