El homenaje a todo color a Carmen, vecina de Ames, en su aldea

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

AMES

Carmen da Fonte, una de las habitantes más queridas de Tarrío (lugar de la parroquia de Bugallido con algo más de un centenar de habitantes), fue retratada en un mural.
Carmen da Fonte, una de las habitantes más queridas de Tarrío (lugar de la parroquia de Bugallido con algo más de un centenar de habitantes), fue retratada en un mural. XOAN A. SOLER

Una pintura mural en la fachada de sus vecinos de Tarrío recuerda que, durante 50 años, cuidó de la fuente y lavadero del lugar

28 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En unos meses, el 17 de mayo, Carmen Miramontes Brenlla cumplirá 90 años. Y puede presumir de que le han hecho en su aldea un homenaje en vida a todo color. Ella es la protagonista de una pintura mural, una obra en gran formato que recuerda la huella que ha dejado en el lugar que habita y entre quienes la rodean. Su vecino Carlos fue uno de los promotores de la intervención artística, enmarcada dentro del proyecto de muralismo Terra de Mulleres: as voces nos valos (llevado a cabo por 7H Cooperativa Cultural y financiado por el Concello de Ames por segundo año para reivindicar el papel de las mujeres en el sostenimiento económico y tradiciones del rural). Y su madre, Lurdes, prestó la fachada de su casa para esta pintura.

Ejecutada por la artista ordense Diana Rodeiro (conocida artísticamente como Nana), plasma a Carmen da Fonte sosteniendo sobre su mano la fuente y lavadero que se encargó de cuidar y mantener limpios durante 50 años de forma altruista, los cuales le han valido también el sobrenombre con el que se le conoce a ella en el lugar. Procedente de Grixoa, conoció a su marido —jornalero en Carballo— con 17 años, «e díxolle aos seus pais que se non a deixaban casar con el botaba a roupa pola ventá e marchaba», recuerda Fina, una de los ocho hijos que tuvieron. Carmen no solo se ocupaba de la crianza, de las tareas domésticas y de sacar un sueldo extra —ya fuera trabajando en huertas ajenas, además de en la propia para el autoconsumo, o vendiendo pescado que cargaba sobre la cabeza de puerta en puerta—, sino que sacaba fuerzas también para tener impoluta la fuente que se encuentra a unos cincuenta metros de su vivienda. «Ela quería lavar a roupa en auga limpa e non lle amargaba nada manter o lavadoiro impoluto e sen verdín. Agora xa non pode encargarse diso por idade, e porque a freamos, que se por ela fora poñíase a limpalo, pero xa ninguén o utiliza tampouco», comenta risueña Fina sobre su madre, a la que sirve de interlocutora por sus problemas de audición.

XOAN A. SOLER

Cuenta que le hizo «moitísima ilusión que lle fixeran un mural». Su vida no fue un camino de rosas y «daría para escribir unha novela», revela, pero «o certo é que sempre a axudaron moito os veciños, e ela pagaba logo os favores rompendo o lombo todo canto podía». Aquella mujer de las de antes, que guiaba el arado tirado por vacas con un niño pequeño en brazos y otro que venía en camino en el vientre, a la que nunca le arrugó el trabajo físico, aún hoy sigue plantando sus cuatro patatas y sus guisantes, pero sobre todo disfruta de la familia que ha sacado adelante con esfuerzo y de reunir a los suyos los domingos por la mañana en su casa.