Numerosas infracciones y ninguna multa en la nueva hora de gracia

Patricia Calveiro Iglesias
P. Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

AMES

El acceso a las pistas deportivas y los paseos en pareja se quedaron en una advertencia

27 abr 2020 . Actualizado a las 08:52 h.

El de ayer no fue un domingo más, especialmente para los 33.000 niños de hasta 14 años del área de Compostela confinados en sus casas desde hace seis semanas. La hora de gracia concedida por el Gobierno central fue disfrutada con patinetes, bicicletas, monopatines, balones, muñecas o sombreros de sheriff. Cada uno buscó su propia fórmula, en una jornada en la que la actividad se disparó en las zonas verdes y se registraron numerosas infracciones, la mayor parte de ellas fruto del desconocimiento. Sin embargo, por norma general, no se llegaron a traducir en propuestas de sanción, al tratarse del primer día.

Así lo constataban desde la Policía Local de Santiago, que se vio obligada a advertir a las familias que estaban jugando en pistas deportivas como las de Santa Marta, Fontiñas o Vite; o a aquellos que se desplazaron en coche con los niños hasta la Cidade da Cultura. Estos fueron, no obstante, casos aislados y no llegaron a registrarse grandes grupos en las canchas, indican. Tanto en las anteriores como en otro tipo de infracciones, los agentes se limitaron a informar a los padres y madres que estaban incumpliendo las medidas decretadas y el apercibimiento no fue a más.

En Ames, hubo que llamar la atención a progenitores que paseaban en pareja junto a sus hijos para aclararles que debía hacerlo solo uno; al igual que se recordó la prohibición de que los progenitores vayan en bicicleta. Los agentes reconocen que resulta complicado saber si un niño que sale por la tarde ya lo hizo durante la mañana y apelan a la responsabilidad de los ciudadanos.

En Teo, algún grupo de niños acabó juntándose para jugar un fugaz partido de fútbol con los amigos que se disolvió sin que tuvieran que actuar los agentes. Sí se personaron al ser informados de que dos niñas que no comparten techo estaban juntas y sin el acompañamiento de un adulto. Fueron pocas las imprudencias notificadas en un domingo tranquilo, donde la Policía Local tuvo tiempo para detenerse e insistir en que la hora de gracia no es para pararse a charlar con otras personas en la vía pública.

Los niños, los grandes protagonistas del día de ayer, vivieron la jornada con intensidad. «Tenían muchísimas ganas de salir. Había mucha ansiedad, pero pasaron el encierro muy bien y nos dieron a todos una lección», decía Adriana, quien atavió con mascarillas a sus hijos, Sofía y José Ignacio, de y 9 y 7 años, y por prudencia ha decidido no sacarlos todos los días. «Estuvimos contando los días para poder salir y como en casa casi no entra el sol le pedía a mamá que lo saludase de mi parte», indicaba la mayor.

Francisco y Tomás Caamaño disfrutaron de la sensación de libertad sobre sus bicis, aunque notaron las piernas «algo oxidadas». Y José Luis Bóveda, vecino del Ensanche que acudió a la Alameda compostelana junto a Finlay y Olivia (de 8 y 5 años), abogaba por ir «pouco a pouco nisto dos paseos». El mayor confesaba que lo que más ilusión le haría sería volver a jugar al fútbol, «pero no se puede», matizaba; mientras que la otra se entretenía soplando un diente de león, uno de los placeres de la primavera no confinada. Estampas, por cierto, que muchos padres quisieron retratar con sus móviles para enviárselas a los abuelos y otros allegados.

Otros, como José y su hijo (un simpático pequeño que salió a pasear con su sombrero de sheriff y una mascarilla casera), aprovechaban que los abuelos vivían a un radio de un kilómetro para lanzarles un beso desde la calle. Aunque no todo fue júbilo y alegría. Una madre reconocía que sus hijos, ya mayores, no querían ayer salir a la calle: «Tenían miedo. Luego, cuando los llevé a la Alameda y vieron que había más chicos jugando con normalidad, parece que se les pasó».