La población que rodea Santiago se estanca, excepto la de Ames, que crece

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

AMES

La crisis y el parón de la construcción congeló una tendencia que se hizo notar con fuerza a partir de la década de los 90

28 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La crisis que todo lo invade echó por tierra tendencias socioeconómicas que parecían establecidas para siempre. Ejemplos sobran, y uno de los más significativos es el demográfico. Del mismo modo que los viejos de la comarca se tuvieron que acostumbrar a ver cómo sus fincas se convertían en solares y luego en altos edificios, a las nuevas generaciones les toca vivir el freno que habían experimentado localidades cercanas a Santiago que crecían a expensas de la capital en un proceso que estaba transformando lugares eminentemente rurales en zonas residenciales.

No fue solo Milladoiro, que de lugar de una parroquia de Ames pasó a ser el núcleo más poblado del ayuntamiento. Ocurrió lo mismo en Bertamiráns y en Brión, donde florecieron pisos y adosados de mejor o peor gusto; en Teo, donde compraron confortables chalés quienes no se podían pagar un piso en Santiago, o en Sigüeiro, villa ideal en la que se asentaron trabajadores con un poder adquisitivo limitado pero que aspiraban a hacerse con una vivienda en propiedad.

Pero la crisis acabó con el empleo en Santiago, lo que echó por tierra la demanda inmobiliaria, y con la capacidad económica de los posibles compradores, de ahí que en los últimos años se retirasen las grúas y las localidades del cinturón de la capital, que parecía que nunca iban a dejar de crecer, se estancaran.

Los datos oficiales lo corroboran; Oroso solo ganó 363 habitantes en cinco años; en Brión se asentaron 217 en un lustro, y en ese período, la población de Teo creció en 565 vecinos. Los concellos que nunca abandonaron su carácter rural incluso perdieron habitantes. Le pasó a O Pino, con doce vecinos menos en cinco años; a Arzúa, que perdió 190 o a Touro, con 273 habitantes menos. Solo Ames resistió; hoy tiene 2.367 vecinos más que en el año 2010.

¡Quién lo diría!

¿Quién iba a decirle a un constructor de finales de los 80 que pedía un crédito a un banco para levantar adosados en Teo que todo aquello se iba a acabar y que se arruinaría empeñado unos años después, cuando ya nadie soñase con una hipoteca y el banco se lo embargase todo? Es fácil dar lecciones a toro pasado, pero por aquel entonces los sermones los pronunciaba Mario Conde y todo el mundo le creía. Los ídolos de barro brillan hasta que se derriten.