
Estaba empeñado en ser granjero, en vivir al aire libre y en ser dueño y señor de sus horas y de sus días. Y lo consiguió
15 oct 2022 . Actualizado a las 15:13 h.«Algo se muere en el alma cuando un amigo se va y va dejando una huella que no se puede borrar», dice una canción muy popular. Pues sí, una huella indeleble es la que dejará Pancho Guzmán Ons en muchos de los amigos que tuvo a lo largo de sus 74 años de vida. Una vida vivida de conformidad con su personalidad y a su «manera», al estilo de su admirado Sinatra. Criado, como todos los de nuestra generación, entre la austeridad de aquellos años 50 y 60, Pancho tuvo una trayectoria laboral variada, pero nunca satisfactoria para su forma de ser. Pasó por oficinas, por las cocinas de barcos mercantes, por negocios de hostelería (su «pub» Calypso y su ambiente entrañable es recordado aún en el pueblo con nostalgia por todos los jóvenes de aquel momento). Pero Pancho estaba empeñado en ser granjero, en vivir al aire libre y en ser dueño y señor de sus horas y de sus días. Y lo consiguió. Se construyó una casa grande en el campo, en un terreno elevado, como un balcón sobre el Val de Barcala. Alrededor, ferrados de huerta que cultivaba con esmero y tenacidad. Ecologista desde mucho antes de que se llamasen así, en su huerta todo era natural y sano. Su mujer, trabajando en la ciudad; su hija estudiando en la Universidad y él, con su huerta y con sus animales, haciendo bueno el sabio dicho de que «No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita». Así fueron pasando los años y así los aprovechó disfrutando de las cosas sencillas que esa vida le ofrecía.
Para verlo, había que ir a su casa. Su vida social se fue limitando a su huerta, a su familia y a los amigos que íbamos a tomar con él unos vinos bien conversados. Siempre éramos bien recibidos y siempre acabábamos hablando de lo grande que es mantener la amistad desde la lejana juventud, cuando teníamos toda la vida por delante y sin pensar nunca en que podíamos morir en un otoño cualquiera. Descansa en paz, amigo, con la seguridad de que esa amistad continúa viva.