Santiago se implica en el comercio de artículos usados: «Es ropa que compré por impulso»

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

El Mercado da luz inició su actividad este sábado en la Casa das Máquinas y tendrá continuidad en noviembre y diciembre

26 oct 2024 . Actualizado a las 20:11 h.

Las condiciones para participar como vendedor en el recién creado Mercado da Luz son sencillas. Solo pueden apuntarse en la página web del evento vecinos de Santiago, que no pueden ser comerciantes. En la primera cita de esta iniciativa, que se celebró este sábado en la Casa das Máquinas, en Galeras, participaron 25 vecinos, que llevaron prendas y objetos que, por diversas razones, dejaron de serles de utilidad. A la llamada respondieron numerosos vecinos que no solo compraron por precios muy módicos, sino que también se animaron a intercambiar artículos propios por otros expuestos. El Mercado da Luz, que debe su nombre al que utilizaban los trabajadores de la Casa das Máquinas para referirse al edificio, tendrá continuidad el 30 de noviembre y el 28 de diciembre. Su denominación también está relacionada con la idea de sacar a la luz aquellos artículos que están «tirados por casa» para darles una segunda vida.

«Estaba todo en bolsas de plástico desde hace mucho tiempo», explica Lorena, que reconoce que «es ropa que, en algún caso, compré por impulso. La puse una vez y nunca más», confiesa. Ahora, con el Mercado da Luz, Lorena espera «venderlo todo, porque me apuntaré a las citas de noviembre y diciembre para quitar del medio bolsas».

Dolores y Pilar llevaron «mucha ropa propia, pero también de familiares. Empezamos vendiendo en Vinted para darle una segunda vida, y este mercado también es una oportunidad». En general, los vendedores se muestran seguros de que el Mercado da Luz es un claro ejemplo del «consumo exagerado». Mariana y sus compañeras de piso, Ana y Xulia, ofrecieron ropa de ellas, de sus madres y hasta de amigas de estas. Las razones se repiten en todos los puestos: «No tenemos sitio y, además, cambiamos de talla y de gustos». Apoyan este tipo de eventos, como también las páginas de venta de artículos de segunda mano, «no solo por frenar el consumo por impulsos, sino también como un gesto real de protección del medio». Aunque en la mayoría de los puestos predominan la ropa y el calzado, Sonia también vende libros. «Soy una lectora voraz. Tengo unos 3.000, muchos en inglés y otros idiomas, y no quiero tirarlos sin más. No los recogen en bibliotecas. Los tengo almacenados en casa, pero se están vendiendo muy bien», asegura. Ella, como la mayoría de los vendedores, también ofrece ropa que acumuló durante años. «Hice varias mudanzas. Tengo algunas cosas que fueron regalos y que nunca usé. Están con etiquetas». Sonia cree que, a diferencia de lo que ocurría hace años, «ahora no hay reticencias a usar ropa de segunda mano. Por cuestiones económicas, pero también por conciencia medioambiental», sostiene.