La moda como un ejercicio de liberación: «Opinan de mí por lo bajo, por lo alto y por todas partes»
SANTIAGO
Manu Argibay trabaja en la función pública en Santiago y su estilo, sin ataduras de ningún género, no deja indiferente a nadie
19 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Lleva 23 piercings en la cara, contando con los de las orejas. Un día se puede poner minifalda y tacones y, al otro, un traje masculino de corte clásico. Lleva las uñas pintadas, a veces al más puro estilo Rosalía, y se arriesga con maquillajes extravagantes. El estilo de Manu Argibay Suárez no deja indiferente a nadie. Para él la moda es un ejercicio de liberación en el que no hay ataduras de ningún género, algo que produce desde una admiración profunda a una repulsa visceral en su día a día.
«Opinan de mí por lo alto, por lo bajo y por todas partes. Recibo miradas de rechazo por la calle, pero también me encuentro con caras de sorpresa y sonrisas de aprobación. Hay quien me viene a pedir fotos o me pregunta de dónde es el bolso que llevo... a otros, de mente más cerrada, les horroriza cómo voy porque no entienden la moda como una forma de expresión con la que se puede jugar y transgredir», comenta este ribeirense de 26 años —nacido un 25 de diciembre— que se viste cada mañana como le da la real gana, sin importarle si gusta a terceros o no.
Procedente de Aguiño, explica que «siempre me he querido dedicar al mundo del arte y para mí la moda es otra forma de mecenazgo, de consumo de arte, una expresión de un sentimiento o una emoción. A mí me han reprimido mucho de pequeño a nivel social y, cuando me vine a Santiago a estudiar con 17 años Ciencias Políticas me liberé de todas las ataduras que tenía en un pueblo pequeño, en el que no quieres mostrar quién eres para que no te tachen como el raro o el disidente. Aquí empecé a cambiar mi relación con la moda, que para mí no tiene género ni límites. Yo quería romper todos esos cánones que siempre se me impusieron», relata un joven con dos másteres (Mediación Extrajudicial y Asesoría Fiscal) que trabaja en el departamento de recursos humanos del Ayuntamiento de Compostela.
En este último decenio Manu ha experimentado muchos cambios, el más fuerte fue hace un año y medio, y se ha convertido en un coleccionista de bolsos de lujo con más de 50 modelos —unos 300 contando también los de batalla—. Su objetivo, dice el vecino de O Milladoiro (Ames), no es llamar la atención ni ir extravagante porque sí, sino «vestir y hacer lo que a mí me gusta». Por eso, añade, «no me tomo los comentarios como algo malo. Hay jóvenes que me dicen que voy haciendo el ridículo y gente mayor a la que le encantan mis looks. No es una cuestión de edad, tiene más bien que ver con los valores y con lo abiertos que sean de mente... incluso hay quienes piensan que esto va ligado a mi orientación sexual. Te preguntan: "Tú qué eres?". Y yo les contesto: "Soy un lavavajillas, 3 en 1».
Tras abrir una cuenta en Instagram (@manu_degarcia) en la que se muestra sin tapujos, las críticas se han multiplicado, pero esto no mina su seguridad y suele reírse con su madre de las reacciones que recibe. Lo que sí le dolió, confiesa, es que en una ocasión cuestionaran su forma de vestir para ejercer la función pública «porque en ese caso no atacaban a mi estética sino a mi profesionalidad, cuando además mi puesto lo desarrollo a nivel interno».
La exposición a través de las redes sociales, indica, fue por recomendación de su terapeuta: «Me dijo que yo tenía que mostrarme como soy al mundo y que me iba a reportar mucha felicidad y sentimientos positivos. Así, me compre un día un aro de luz y el kit básico de creador de contenido y empecé a compartir vídeos y fotos». El contenido que publica es diverso, desde los recurridos get ready with me (GRWM) donde muestra su elección de vestuario para un determinado momento hasta una sección que él llama unpopular outfit. «Creo que lo que mejor funciona es la naturalidad. A mí no me gusta hacer reivindicaciones con la palabra sino a través de la propia moda», subraya Manu.
Su prenda fetiche son, cómo no, los bolsos. El primer modelo de lujo que tuvo fue un Saddle de Dior con el clásico estampado Oblique, sello de la marca. El último, un Channel 255 en azul. «En general, llevo siempre cosas vintage, salvo ese primer bolso de Dior», aclara un joven que nunca saldría de casa «sin una prenda que me recuerde quién soy».
Además de la moda, la escritura también le ha servido para canalizar sus emociones, sobre todo cuando se siente triste o está mal, señala: «Escribo prosa poética. Empecé a escribirla cuando estaba en el instituto como notas del móvil y lo pasé a cuadernos. Ahora tengo un montón, incluso películas, todas tristísimas, que tratan cosas muy íntimas». Escribir para él es «como un proceso de sanación». Y, aunque cuenta que no tiene una relación súper estrecha con su hermano menor (al que lleva 4 años), sí cree que de alguna forma lo ha impulsado «a hacer lo que él quiera y a dedicarse a lo que guste. Pienso que he podido ser una inspiración para que siga sus sentimientos y no se ponga límites... porque los límites siempre los ponemos nosotros en nuestras cabezas», concluye.