Sufriendo el caos del transporte público de Santiago en directo: «Si tienes prisa para ir al aeropuerto, coge el bus anterior»
SANTIAGO
Las líneas 6 y 6A son de las más usadas, pero sufren idénticos problemas que las 20 restantes: retrasos, paneles que no muestran información, averías continuas y descontrol en cuanto arrecia la lluvia
06 oct 2024 . Actualizado a las 11:30 h.Son las 13.15 horas y en la marquesina ubicada en la rúa do Hórreo, justo enfrente de la estación intermodal, unas 20 personas esperan la llegada del autobús. El 6A, con destino al aeropuerto Rosalía de Castro y con desvío por Lavacolla, aparece cuatro minutos tarde. Una decena de personas se suben nada más abrirse las puertas. «Sí, sí, al aeropuerto. Es un euro, ‘only un euro'», responde el conductor a un matrimonio de mediana edad del norte de Europa. Tienen cara de sorpresa, seguramente por lo económico del viaje, algo insólito en las principales ciudades turísticas del mundo. El bus tardará 31 minutos, 2 segundos y 46 milésimas en tocar tierra en el aeropuerto; el directo, que se desvía por la SC-20 y coge la autovía a Lugo, lo hace en la mitad de tiempo: 15 minutos. Si no hay percances, claro, algo que no puede descartarse en la capital gallega. «A todos los pasajeros les aconsejo que vayan con tiempo. Si tienes prisa para ir al aeropuerto, coge siempre el bus anterior», precisa uno de los chóferes de la línea 6A: «Hay gente que arriesga y va justa, ¿y si le da un ataque a una persona mayor? Tengo que llamar a la ambulancia».
Las líneas 6 y 6A, tanto la directa como la que se desvía por Lavacolla, son de las más utilizadas de Compostela. Como ocurre con las 20 restantes, sufren sus mismos problemas: averías constantes, retrasos, falta de información… Cualquier inconveniente se agrava en los días de lluvia, que normalmente acaban en un completo caos; especialmente en el 6, donde se emulan esas imágenes del metro de Tokio donde unos operarios con guantes blancos, conocidos como Oshiyas, empujan a la gente para que entre en los vagones: «Suelen ser días en que muchas personas cogen el autobús y, además, hay más tráfico, porque te encuentras con más coches en la calle. Eso puede provocar retrasos de cinco, diez o 20 minutos, que es cuando ya te coge el autobús que viene detrás de ti», explica otro de los conductores, que admite que «la gente que está en las paradas intenta entrar porque se está mojando en las marquesinas. Hay veces que es imposible, no te queda espacio. Tienen que esperar al siguiente».
Para aquellos que se dirigen al aeropuerto, los momentos críticos son de madrugada. El primer autobús que parte desde el centro de Santiago hasta Lavacolla sale de la intermodal a las 6.00 horas, a pesar de que los primeros aviones despegan a las 5.45. A esos viajeros solo les queda el taxi o el transporte privado para poder llegar a tiempo a la terminal. No es hasta las 7.35 horas que parte el primer bus directo, el más demandado: «Siempre hay mucha gente, y en días concretos, mucha se queda fuera. El resto del día, la cosa se normaliza y no suele haber problemas».
Si se viaja con el margen de tiempo suficiente, el 6A puede ser la opción perfecta. Si el tráfico del centro de la ciudad fluye, se tarda unos 30 minutos, necesarios para pasar por el Hórreo, Virxe da Cerca, San Roque, Pastoriza, Rodríguez de Viguri, San Lázaro, San Marcos y Lavacolla. En este viaje, el autobús solo encuentra problemas cerca de Praza Galicia, donde una furgoneta y un camión de reparto bloquean el paso al chófer. En segundos, el conductor del furgón regresa corriendo, haciendo un gesto de disculpas con ambas manos.
El regreso
«Aeropuerto», grita el piloto y las cerca de diez personas que van en el autobús cogen maletas y bolsos y se marchan. El autocar se vacía en un instante. En llenarse por completo tardará unos diez minutos. «¿Para en la estación de autobús?», pregunta un hombre con acento andaluz. «Sí, sí, es la última parada», contesta el chófer, que ejerce también de informador a nacionales y extranjeros. «Para Ourense tiene que coger el tique fuera, tiene que preguntar ahí», responde a una mujer que se baja, pero que acabará volviendo al autocar para ir hasta el centro de la ciudad.
El trayecto de vuelta arranca a las 14 horas y tardará 41 minutos, 10 más, provocados por un atasco en Virxe da Cerca. «Cuando salen los niños del colegio siempre ocurre. Quieren cogerlos en la puerta», apunta el conductor, que deja a la mitad de los pasajeros en «Praza de Galicia, ‘city center'», grita. El recorrido acaba en el Concepción Arenal. «¿La estación de autobús?», pregunta el señor de antes. «Justo ahí», señala el chófer. «¡Qué bien!», se despide sonriente.
Solo se puede pagar en efectivo y los paneles en directo llevan meses sin funcionar
Además de los problemas por los retrasos y las averías, el transporte público de Santiago exhibe otras deficiencias. La primera la comprueban los viajeros nada más llegar al aeropuerto Rosalía de Castro: no pueden pagar el billete de autobús con tarjeta. «¿Solo efectivo?», pregunta uno con el teléfono en la mano. Pretendía abonar el tique con él, pero ahora busca una moneda en la mochila para poder bajar a la ciudad. Mientras, la cola espera.
Otra de las deficiencias corresponde con los paneles digitales que hay repartidos por toda la ciudad y que, o no funcionan, o si lo hacen, los horarios no corresponden con la realidad. «Ahí no hay un solo autobús que esté bien metido», afirma un usuario, que admite que es algo que va mal desde hace meses. En la página web de Tussa tampoco hay mapas claros de las líneas.
El 6: 700 personas por turno para un trayecto de casi una hora que cruza toda la ciudad
Son los propios conductores de los autobuses urbanos los que confirman que la línea 6 es, seguramente, la más utilizada de la ciudad. Estiman que alrededor de unas 700 personas la cogen por turno, lo que corresponde con unos 1.400 usuarios en los días de mayor trabajo. Conecta Os Tilos, pasando por el centro de la ciudad, con San Marcos. El destino puede cambiar, ya que también cuenta con desvíos hasta Vilamaior, en el rural de Lavacolla. Ese trayecto puede durar cerca de una hora, en el mejor de los casos, puesto que en los momentos de mayor tráfico, puede acumular retrasos importantes de 10 o 20 minutos.
Los peores momentos para tomarla, confirman varios usuarios, son a primera hora de la mañana y al mediodía. Corresponde con la entrada y salida de los colegios, lo que provoca «que sea complicado moverse por la ciudad. En días de lluvia, en que los padres no quieren que los niños se mojen, puede ser un caos», precisa uno de los chóferes, que admite que si hay tráfico en el Ensanche, es normal que pueda haber dos número 6 prácticamente pegados. Cuando esto ocurre, y si uno de los autobuses va vacío, este puede coger un atajo para adelantar el trayecto mientras el otro recoge en las paradas.