Paula Barral: «No acabo de asimilar que en Taiwán o Japón atraigan tanto mis obras»
SANTIAGO
Este otoño muchos compostelanos descubren sus dibujos y prendas en la céntrica tienda Elsavadeboda. «Me iusiona la gran acogida», destaca la artista, que admite que la pintura, con la que cautiva en Asia, le ayudó a vencer su fobia social. «Hasta tengo un Instagram en chino», celebra
29 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.«Me ilusionó ver el apoyo local; que mucha gente de Santiago me contactase por redes para preguntarme por mis obras fue importante para mí», afirma Paula Barral, aludiendo a las pinturas y a las prendas con sus creaciones que este otoño muchos descubren en Elsavadeboda, una céntrica tienda compostelana de moda. «Ese cariño me dio confianza también a nivel personal. Me cuesta hacer vida social. Ya de niña, me refugiaba en la pintura, mi pasión, un armario artístico del que estoy saliendo. Había días en los que lo que más me empujaba a salir de casa era mi perro Bruno, o Bruni, un gran apoyo. En mi pueblo me conocen como "Paula, a de Bruno"; quise llamar a mi marca Paula Bruni», destaca. «Al tener mis obras un estilo tan marcado, me daba también miedo ver la reacción de la gente, pero es muy buena», reconoce.
Nacida en 1990 en Camanzo, en Vila de Cruces, en el colegio ya despuntaba en concursos de dibujo. «Mi aspiración era estudiar Belas Artes por lo que, ya en Santiago, en el IES do Sar, me inicié en bachillerato artístico. Al final, por circunstancias, acabé estudiando Moda en la escuela Mestre Mateo y luego en otra de diseño en A Coruña. Allí luego trabajé en un estudio de moda, pero vi que era todo más técnico, no tan artístico, lo que a mí me gusta. Yo buscaba expresarme como en un arte andante», sostiene.
«En el 2018 volví a Santiago y trabajé en Elsavadeboda, una tienda con la que me identifico por su vanguardia, colorido y creatividad. Me dieron una gran oportunidad, también con una colección», agradece. «Aún así, el ritmo diario me costaba y tuve que dejar la tienda. Ya en casa, y mientras buscaba un figurín femenino a partir del que dibujar mis colecciones, surgió el de una muchacha de ojos grandes, cuello largo, expresión neutra y mirada enigmática. Partía de la influencia de unas muñecas japonesas que tengo», prosigue. «Retraté ese personaje en lienzos. En el 2021, tras la pandemia, quise probar si gustaban y fui a una feria de Madrid. La gente se paraba ante las pinturas con ganas de saber más... Al poco ya vendí la primera», evoca.
«El año siguiente fue muy bueno. Al conocerse mis obras por Instagram, me empezaron a contactar y pude exponer en galerías de Italia, Gran Bretaña o Australia. En Saint-Tropez, en donde dejé mi porfolio en una galería, realicé una de mis primeras ventas grandes. No acabo de asimilar que alguien quiera invertir en mi arte, que en Taiwán, donde vendí varias pinturas, o Japón, atraigan tanto mis obras», añade, y explica que es en Oriente donde está su gran público. «Creé una comunidad de coleccionistas asiáticos, que conectan con mi estilo, naíf. Tengo un Instagram en chino», desvela sonriendo.
«Al ver ese apoyo oriental, decidí recuperar también el boceto de otra muñeca, de ojos más pequeños, que pensaba que gustaría allí. Lo había ideado en el 2007, mientras cuidaba a mi madre por una enfermedad. Para mí significa mucho», realza. «Ese fue el que quise plasmar en prendas, como cazadoras o sudaderas. Aún estoy ultimando mi marca, buscando máquinas para poder llevar adelante la colección. Con ello me ayuda mi pareja, Andrés, que siempre me anima», enfatiza. «Una empresa china se ofreció a producirme una colección, pero quiero crear piezas únicas. Defiendo una moda lenta, no masiva», resalta, y aclara que varias de sus primeras prendas ya se vendieron en Elsavadeboda. «Poco a poco ya me doy a conocer en Santiago», celebra.
«En el 2023, y tras las dificultades que yo encontré para exponer aquí mis pinturas, decidí, también para apoyar a creadores emergentes, abrir una galería, BesiBè, en la rúa Algalia de Arriba. Ahí hubo momentos muy buenos, como el evento en el que nos juntamos artistas locales por el Día da Muller. Conocí a muchas..», apunta, y admite ir venciendo su recelo social. «El hándicap fue que me restó tiempo para crear. Ahora tengo la galería en un impass, a ver si logro involucrar a más gente», razona. «Mientras, cogí un estudio en Milladoiro para dibujar más. Me gustaría que mis próximos bocetos sean más expresivos, que cuenten mi historia», subraya mientras señala a la pintura La aviadora, que ya no vende. «En ella veo reflejada la necesidad que sentía de soltar las alas», acentúa.