Daniel Drexler: «Es desafiante cantar con el público cerca»

Montse García Iglesias
Montse García SANTIAGO

SANTIAGO

Bruno Nogueira

El músico regresa a la Casa das Crechas tras cinco años: «Tengo un recuerdo precioso del 2019»

11 sep 2024 . Actualizado a las 04:55 h.

Jueves • 21 horas • Casa das Crechas • 12 euros • El músico y compositor uruguayo Daniel Drexler regresa a Santiago después de cinco años. Lo hace en el marco de una gira acompañado solo de su guitarra para ofrecer conciertos íntimos, como el de este jueves en la Casa das Crechas.

—Cuando actuó en el 2019 por primera vez en Santiago indicaba que era saldar una deuda pendiente. ¿Ahora tuvo claro incluir la ciudad en la gira?

—La verdad es que tengo un recuerdo precioso de esa noche del 2019 en Casa das Crechas. Además, Santiago es tan bonita (ríe) que para mí es una alegría tener la posibilidad de desarrollar un vínculo a largo plazo. Es un privilegio venir a esta ciudad hermosa.

—Es una gira especial porque llega solo acompañado de su guitarra. ¿Es muy diferente la manera de afrontar este tipo de actuaciones a la de un teatro grande?

—Necesitas acomodarte a la situación. Ya después del concierto de Ourol y de Arousa me he sentido muy bien y muy cómodo con la situación de estar de vuelta en un formato íntimo. Vengo de una gira larga este año, ya que fueron prácticamente tres meses entre Brasil, Argentina y Uruguay y varias de las actuaciones fueron en teatros grandes. Me encantan esos conciertos porque es muy lindo tener iluminación, la parte escénica..., todo eso es precioso; pero para mí estar en formato íntimo es otra cara de la maravilla de estar presentándose en público y es otra cara que es desafiante. Estar con el público cerca es mucho más desafiante. A veces, es más complicado tocar que en un estadio.

—¿Por qué? ¿Se siente uno más desnudo?

—Sí, te sientes más desnudo. No tienes todos los efectos y la parafernalia de las luces, del escenario grande. Las canciones están aquí en el formato en el llegaron al mundo. Cuando estás en un escenario grande no ves al público, ves una masa anónima, pero si estás en un escenario muy chiquito y una persona de la primera fila se pone a bostezar, la ves. Son cosas que uno tiene que aprender a manejar porque ves absolutamente todas las reacciones de la gente. Eso también juega a tu favor, porque cuando estás conectado y las cosas están saliendo bien porque observas que el público está radiante, está participando, eso también te lleva para arriba de una forma muchísimo más potente que si estás en un lugar lejos de la gente. Es un arma de doble filo y por el momento ese doble filo me jugó a favor.

—¿Hacía mucho que no actuaba en este formato?

—Sí, sí, bastante. Hice el año pasado uno en Ourol pero era algo dentro de un viaje en familia, pero más allá de ese diría que años. Para mí es como volver al principio, a encontrarme con las primeras sensaciones de lo que era mostrarle mis canciones a mis primos, a mis hermanos, a mis tíos, a mis padres..., en casa. Es una sensación potente, ¡aterradora! (ríe).

—En este formato suena más a cantautor, un término que hace tiempo dijo que no le gustaba. ¿Se ha reconciliado con él?

—Me llevo horrible. No nos hemos reconciliado. Yo soy un cancionista. Soy alguien que adora el género de la canción. Es un género absolutamente mágico y es infinito. Nunca me aburrí de hacer canciones. ¡Es tan complejo hacer coincidir la letra con la melodía, con la armonía y con el tiempo! ¡Son tantas variables! Es un juego como a cuatro bandas distintas y las combinaciones son infinitas. Es absolutamente misterioso porque una palabra en determinado contexto armónico, melódico, suena de maravilla y en otro contexto no funciona. Yo sobre todo lo que adoro de este género maravilloso es la capacidad de condensar un universo sensorial y emocional en dos o tres minutos. 

—¿Está ya con el próximo disco? ¿Habrá colaboración con su hermano Jorge ya que tienen muchos elementos en común en su música?

—Hacemos muchísimas cosas juntos. En el verano austral hacemos un festival y nosotros somos los grandes promotores y cantamos juntos. A medida que voy creciendo —tengo 55 años— cada vez me siento más compinche con mi hermano. Y obviamente eso se traduce a todas las dimensiones de la vida, entre ellas, el hecho de escribir canciones y la forma en las que las escribimos y las temáticas que abordamos.

—Lo que nunca aparcó de todo fue la medicina tras estudiar para otorrino porque sigue con la investigación para la aplicación de tecnologías a personas con problemas auditivos.

—No, es rarísimo. La gente entiende que yo vivo de la medicina y que la música es un hobby, y en realidad yo vivo de la música. El proyecto que tenemos para personas con tinnitus, con acúfenos, es hermoso y ha crecido un montón. Yo estoy muy involucrado y trato de que la música, que es muy absorbente, me deje un poquito de tiempo.