Tomates de un kilo a un paseo de la Catedral de Santiago: «Hay que darles cariño»
SANTIAGO
José Antonio Moar reparte felicidad entre sus amigos con sus megahortalizas
30 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Tomates de un kilo y pimientos de 30 centímetros. Son algunas de las megahortalizas que José Antonio Moar, que lleva cultivando en su invernadero de Mallou de Abaixo desde hace 10 años. A pesar de que sus productos son completamente naturales, de alta calidad y tamaño desmesurado, Moar no los vende. Los cosecha únicamente para consumo propio y para que sus familiares, amigos y compañeros puedan disfrutar de ellos. «La verdad es que la gente está contentísima y todo el mundo me da las gracias, porque es un producto muy bueno», comenta José Antonio.
Después de trabajar durante 45 años como técnico de telecomunicaciones, tras jubilarse, decidió empezar a plantar verduras y hortalizas, aunque en sus inicios, no todo fue un camino de rosas. «Al principio, hasta conseguir que me saliera siempre bueno, pues me ha costado. Me ha llevado tiempo, no todas las veces salía bien», confiesa.
Asegura que produce sus cosechas sin abonos químicos ni sulfatos, por lo que defiende que no se comparan con cualquier hortaliza que se pueda encontrar en un supermercado. «No tiene ningún secreto, darle cariño y visitarlas todos los días, porque las plantas lo necesitan, igual que las personas», explica Moar.
Abono con leche de sus cabras
Aún así, el éxito de sus grandes y carnosos tomates y sus sabrosas hortalizas, se basa en diversos factores. El primero es la rotación y el abono adecuado para la tierra: «Aunque el terreno no es mucho, hay que ir alternando, porque la tierra se cansa si plantas siempre la misma cosecha. Es importante el reposo de seis meses en invierno». También considera fundamental un riego adecuado a cada cultivo. «Hay algunos productos que necesitan más riego que otros. El tomate no necesita mucho, al contrario que el pimiento, por ejemplo. Y claro, al estar en el mismo invernadero, lo gestiono de tal forma que cada uno tenga el riego que es necesario», detalla. Moar también considera esencial la ventilación del espacio para que los frutos sean de la mayor calidad posible y del tamaño que los caracteriza. «Hice una puerta con agujeros para la ventilación y está abierta día y noche, porque si lo tengo cerrado se genera una condensación y al final se pudre y se estropea todo», apunta el agricultor. Destaca la importancia de su abono, fabricado con leche de sus cabras, lo que considera que es lo que realmente le proporciona estos buenos resultados.
Tras años de experiencia y aprendizaje sobre agricultura, a través de cursos y navegando por internet, siempre produce una gran cantidad de verduras y hortalizas, aunque no le preocupa si algún año no salen tantas como espera. «Como no las comercializo, quiero que den muchas para regalarlas por ahí, pero si un año da menos no pasa nada», afirma José Antonio. Sostiene que con 30 minutos al día basta para cuidar su huerto, y tiene pensado seguir plantando para compartir los frutos con sus allegados.