Nunca, en el millón de años o los que sean que lleva el ser humano en el planeta, fue tan fácil tener hijos. Y quien discrepe que haga el favor de preguntar a su abuela. Hoy hay sanidad universal, y las discusiones se centran en si el pediatra debe estar en el centro de salud o en el hospital, no en cómo localizar un coche y en coger los veinte pesos ahorrados para una enfermedad y así llevar al niño por carreteras sin asfaltar a que lo vea un médico. No hace mucho, en los años 70 y 80, en Santiago había manifestaciones donde se pedía la creación de centros de salud, porque simplemente no existían, y el señor de Ames cogía el autobús y se tenía que venir al hospital de Galeras por cualquier menudencia. O el de Oroso. O el de Vedra. Y así por toda Galicia.
Pero la percepción es la contraria: tener hijos es complicarse la vida (reconozcámoslo: eso va a suceder siempre, en la Edad Media y ahora) y vamos a esperar. Y luego, como informaba este periódico el pasado jueves, vienen los problemas porque el reloj biológico vaya si existe.
Ese mismo día publicábamos una noticia que ponía los pelos de punta a quien supiera leer: Galicia, este curso que va a comenzar, cuenta con 1.662 niños menos en Infantil y 2.368 menos en Primaria. La consellería se vio obligada a cerrar seis escuelas. Por suerte, en la comarca compostelana se va salvando la situación, aunque todo apunta a que en algunos casos gracias a la llegada de hijos de inmigrantes asentados.
Al enterarse, saltan los mismos que no saben tener la boca cerrada y llueva o haga sol la culpa es de la Xunta. El curso llega «cargado de rebaixas» y la consellería mantiene su política «de recortes e desprestixio». El BNG dixit.