Pepa Prieto: «Fue duro, pero ya publiqué mi primer cómic y a los 35 años voy a vivir sola»
SANTIAGO
La ilustradora, tras colaborar con medios como «The New York Times», publicó este año «Mis Agendas Semanales». «Tras hacer un fanzine con mi padre, Manuel Manquiña, ahora estamos con otro sobre sueños», adelanta. Siendo niña en Santiago, ya intercambiaba fanzines en su colegio con una amiga, que ahora también despunta en el cómic
11 ago 2024 . Actualizado a las 15:58 h.La llegada a las librerías de su cómic, Mis Agendas Semanales, le coincidió este año a Pepa Prieto con su vuelta a Santiago, su ciudad natal, tras una estancia en Angulema -junto a su compañera María Ramos-, en Francia, donde logró una beca para su prestigiosa residencia artística. «Mi trayectoria, desde el inicio, fue dura, pero ya publiqué mi primer cómic y a los 35 años voy a vivir sola», contrarresta con ilusión, intentando mostrar optimismo ante lo que siente como «precariedad» que rodea a su sector, reflejada en su obra, y que la condujo a no poder centrarse solo en su vocación. «Aún así, no dudé sobre a qué dedicarme. Esto es lo que hice toda la vida», repasa.
«A mí me influyó el entorno familiar y creativo en el que crecí. Los cómics surrealistas a los que era aficionado mi padre [el actor Manuel Manquiña], me abrieron un mundo», reconoce. «Con 11 años, y en el colegio, en As Orfas, ya intercambiaba con mi amiga Roberta Vázquez unos fanzines que ambas hacíamos, sin saber ni lo que eran. Estaban muy trabajados, con sopas de letras. Para nosotras era un refugio, divertido, en el que recogíamos lo que veíamos. Solo los leíamos nosotras y los primeros incluso los destruíamos», evoca, y admite la curiosidad de que ahora Roberta también despunte en el cómic. «Para mí lo que no fue sorpresa es que las dos luchásemos por seguir en esto», afirma.
Tras estudiar Bellas Artes en Salamanca, y colaborar con creadores gallegos de su generación, llegó con su carpeta de dibujos a una escuela de Madrid, donde le dieron una beca para hacer un curso de ilustración. «Se me abrieron puertas. Un profesor me ofreció hacer con él un fanzine a partir de un personaje que yo había creado. Era Jessenia, una tenia miserable que vivía en un estómago. Luego montamos una exposición», recuerda risueña. «En el 2017 empecé a subir a Instagram, red idónea para ilustradores, mis dibujos, como unos que hice para un libro de haikus, un tipo de poema japonés, escrito por mi abuelo. Al poco contactó conmigo la revista de tendencias It's Nice That para una entrevista que me dio gran visibilidad. Me salieron encargos increíbles. También de repente me escribió The New Yorker y The New York Times para ilustrar unas informaciones. Eso me sorprendió y me motivó a seguir en el sector, pese al esfuerzo que conlleva», apunta, y alude a su dualidad laboral.
«Al no poder vivir solo de esto, en Madrid hasta compatibilizaba dos trabajos de camarera. Tras vivir en más ciudades, volví a Galicia por una cuestión familiar y económica. Aún ahora, limpio en un albergue los fines de semana», aclara, y regresa al ámbito editorial. «Un sello referente en el cómic, Apa Apa, que me seguía, me propuso juntar en un libro tanto las portadas de agendas semanales que hago, donde recopilo notas, como una selección de mis historias, organizadas por ciudades, como Santiago», explica sobre un cómic colorista, con toque de diario, y en el que, entre fantasía y cultura pop —que hasta aplica a una empleada del INEM—, saca brillo a escenas cotidianas, vidas precarias, relaciones amorosas fallidas o miedos. «Dudé, pero me obligué a que fuese autobiográfico, porque era como conectar con lo que hacía de niña: contar despreocupadamente cosas y jugar con el lenguaje del cómic. Aún así, y pese a que fabula con mi vida, hasta mi madre me dijo que lo vio comedido. Al releerlo, sí me reconoció», confiesa riendo. «Me hizo ilusión presentarlo en mi ciudad, en las librerías Komic y Numax, ante mi gente. Ellos salen en escenas, como en la discoteca Maycar», señala.
«Es alentador que ahora me lleguen encargos, como el del cartel para la próxima Cidade Imaxinaria en el Gaiás o una publicación semanal en una revista gastronómica. Por primera vez, tengo algo fijo... El año pasado la Diputación de Barcelona me pidió también el diseño de sus agendas escolares», enfatiza. «Este mes me decidí a alquilar un piso en el casco histórico, algo que yo veo como tener al fin mi espacio, para poder trabajar mejor y seguir en esto», continúa.
«Tras hacer en la pandemia un fanzine a medias con mi padre, El vuelo experimental, ahora estamos con otro, sobre sueños, algo que nos fascina», subraya. ¿Y con Roberta? «Lo hablamos mil veces, pero sigue pendiente. Ahora el trabajo, afortunadamente, no nos permite coincidir», concluye.