«Con el piso turístico estudió mi hija»

Margarita Mosteiro Miguel
Marga Mosteiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOAN A. SOLER

«Si me cierran la vivienda, no podré darle la misma oportunidad a mi hijo, no podrá ir a estudiar lo que quiera fuera de Santiago», lamenta un propietario

12 oct 2024 . Actualizado a las 18:09 h.

Bajar al detalle de lo que hay detrás de algunas de las viviendas de uso turístico de Santiago no deja de generar sorpresas. Juanma recibió en herencia un primer piso en el casco histórico y, con ayuda familiar, ya había comprado mucho antes el que es su hogar familiar. Al recibir la herencia pensó que iba a ser una oportunidad para «mejorar las posibilidades de formación» de sus dos hijos. Juanma explica que, en el 2017, «después de arreglar el piso y ponerlo en buenas condiciones, fue de las primeras 50 viviendas que se incluyeron en el Rexistro de Aloxamentos de la Xunta». «La convertí en VUT, porque cuando viajaba con mis hijas veíamos que los hoteles no respondían a las necesidades de las familias». Entonces acudió al Ayuntamiento. «No sabían ni de lo que les estaba hablando. No había ninguna tasa específica y, sencillamente, me dijeron que ellos no tenían nada que ver». Empezó a operar con las plataformas y su vivienda «nunca bajó de la puntuación de 9,5».

Cuando su hija mayor aprobó la selectividad, le faltaron dos décimas para poder estudiar lo que ella quería en Santiago, «y gracias a los ingresos de la VUT, después de pagar impuestos, pudimos mandarla a estudiar a Salamanca. Hizo Educación Primaria y ahora está terminando Educación Infantil», explica Juanma. Con la amenaza de cierre de su vivienda del casco histórico, teme que no podrá «darle la misma oportunidad de formación a mi hijo de 17 años. Sin esos ingresos, no podrá estudiar, si tiene que irse fuera», lamenta.

Este propietario se siente dolido con los comentarios «de los que no tienen ni idea de cómo funciona todo, y nos acusan de especuladores, de querer hacer dinero fácil, de evadir impuestos. Ni una cosa ni las otras. Al estar en una plataforma, todos los ingresos están controlados por Hacienda. Se suman a mis ingresos personales, y pago un 40 % de impuestos, y luego hay otros gastos diarios».

Asegura que el Concello solo está notificando los cierres a los propietarios de VUT que están en el registro de la Xunta: «Van a lo fácil. Conozco el caso de una persona que tiene un piso en el registro que fue notificado y otro justo encima que no está en el registro ni tiene licencia, pero que no saben de su existencia. No le notificaron, y seguirá trabajando». Indica que la ordenanza municipal «la recibimos como un engaño. Podían hacer una disposición transitoria para dejar fuera a los que estamos activos antes de las modificaciones de la norma. Tengo guardadas las promesas que hicieron todos cuando estaban en la oposición. Ninguno cumplió la palabra dada».

Confiesa que «esta situación me quita horas de sueño, pero tengo que esperar. Si sale la sentencia del recurso contra el Plan Xeral y decae, la ordenanza cae. Si pasa lo contrario, iré a la Justicia y cierro». Asegura que, antes de cerrar definitivamente, «intentaré cumplir con las reservas». «Los que acuden a mi piso son personas que no irían a un hotel. Yo les atiendo personalmente, sé lo que quieren hacer, me preocupó por darles información, les guío, les ayudo. Tengo algunas personas que vienen solo para comer en sitios concretos. Personas que quieren total anonimato e intimidad».

«Pretenden una expropiación encubierta»

En opinión de Juanma, la ordenanza municipal sobre las VUT supone «una expropiación encubierta de mi propiedad. Ellos pretenden decidir por mí el destino de mi vivienda». Se siente especialmente molesto, porque «el mismo Ayuntamiento que cierra las viviendas de uso turístico, que no tienen licencia porque ellos no las daban, que no tenían ninguna normativa para eso cuando yo empecé, es el mismo que hace normativas para legalizar empresas del Tambre sin licencia desde hace años y cambia los usos para permitir un hotel en el viejo hospital». Considera al respecto que es una «gran hipocresía que pidan la licencia justo después de aprobar una moratoria que impide dar la licencia. Es irracional».

De cara al futuro, Juanma no se plantea sacar su piso al alquiler ordinario: «Ni a estudiantes ni para familias. Si no me queda más remedio, tendré que asegurarme muy bien de quién entra en el piso, pero no lo veo nada claro». Calcula que, a una media de cuatro plazas por las ochocientas VUT que están en el registro, «hablamos de 3.200 plazas, que siempre tienen un nivel de ocupación alto entre mayo y octubre. Me pregunto adónde se irán. Cuánto perderá Santiago y cuánto ganarán los ayuntamientos de los alrededores», plantea Juanma.