El nuevo gastrobar de Compostela con el que Teresa debuta en casa y se propone que la tercera sea la vencida

Patricia Calveiro Iglesias
Patricia Calveiro SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Kate y Yoel muestran el que ya se ha convertido en el plato estrella de Sarabia Gastrobar, su cachopo, y uno de sus postres. El negocio abre todos los días (salvo miércoles) de 9 a 23.30 horas, y los viernes y sábados hasta las 24 horas. El nombre de Sarabia hace alusión al clima santiagués, que su dueña adora.
Kate y Yoel muestran el que ya se ha convertido en el plato estrella de Sarabia Gastrobar, su cachopo, y uno de sus postres. El negocio abre todos los días (salvo miércoles) de 9 a 23.30 horas, y los viernes y sábados hasta las 24 horas. El nombre de Sarabia hace alusión al clima santiagués, que su dueña adora. XOÁN A. SOLER

Esta compostelana ya tuvo dos locales fuera de la ciudad y, criada en el casco histórico, espera contribuir a darle vida con la apertura de Sarabia

23 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

En la rúa do Vilar, en pleno casco histórico de Santiago, hay un nuevo gastrobar. Se llama Sarabia y es el proyecto con el que una compostelana de 40 años que lleva toda la vida trabajando en la hostelería debuta en casa. Teresa Castelo empezó siendo una veinteañera en este sector. Recuerda que muchas personas de su entorno más cercano le desaconsejaron dedicarse a esto. «Es muy sacrificado», «quema mucho»... le decían. «Mi propio padre siempre fue reacio a que su hija trabajase en la hostelería y no creía que aguantaría el ritmo y la presión», revela. Sin embargo, ella no se ve haciendo ya ninguna otra cosa. «Comencé a los 21 años en la Cervecería Internacional. Su dueño, Enrique Villar, fue mi maestro y quien me abrió muchas puertas... le tengo que estar agradecida. Pero siempre tuve el afán de emprender, de dejar huella, aunque sin pisar a nadie», reflexiona una mujer que ya fue propietaria de dos locales fuera de su ciudad (en Santa Cristina, Oleiros). Esta es su tercera aventura como empresaria hostelera y confía en que sea la vencida.

Criada en la zona monumental, confiesa que le hacía «ilusión» tener un local con el que contribuir a «darle vida» al casco histórico, «algo cercano a mis recuerdos de infancia: al ultramarinos Cepeda de José Luis, a la papelería de Miguel en las Cinco Calles, la tienda Acebeche que tenía mi abuela y madrina, o los almacenes de El Pilar donde trabajaba mi madre», evoca Teresa, quien abría las puertas de Sarabia en diciembre. Especializados en la elaboración de tapas caseras y con una carta recién salida del horno, afirma que para ellos prima «la calidad y frescura del producto, elaborado con mucho cariño». «Tenemos una carta sencilla de ocho platos y tres postres. Cada mes iremos cambiándola y adaptándola a la demanda», destaca la hostelera. El plato que sí ha decidido mantener fijo, puesto que en pocos días se ha convertido en la estrella de la casa, es el cachopo de ternera con patatas fritas y tomate confitado. En el resto de propuestas, para ella era importante «ofrecer algo diferente a lo que uno se suele encontrar en la zona vieja y tenemos desde tataki a magret de pato, carrilleras, coulant de queso o una cúpula de Ferrero Rocher». Emplazados donde antes estaba Vilar 64, famoso por sus perlas bravas, han hecho también un guiño a su antecesores y ofrecen unas bravas llamadas Las Peculiares.

Confiesa Teresa que encontrar un equipo a la altura y de su confianza no fue tarea sencilla, pero finalmente consiguió fichar a una cocinera a la que le apasiona su trabajo, Kate Gianni, y a Yoel, un camarero de 21 años que «lleva desde los 18 tras la barra, tiene ya una base y muchas ganas. En un futuro le gustaría montar un mexicano, y esa ilusión por emprender y crecer es algo que yo respeto», dice su jefa. Ella ha empezado su particular aventura haciendo un lavado de cara del local tras su traspaso, aunque tiene aún muchas ideas en mente que no ha llegado a materializar: «En noviembre cerramos y aprovecharé las vacaciones para hacer alguna reforma más... a ver si levanto eses suelos, arreglo los baños y, si me dan permiso, pinto las puertas de color rosa Bubbaloo».