José María Prieto, neurólogo líder en Galicia: «Si pierdes fuerza o sensibilidad en un brazo, no te metas en cama. En un ictus, el tiempo es cerebro»

SANTIAGO

José María Prieto, en su consulta del Hospital Clínico de Santiago
José María Prieto, en su consulta del Hospital Clínico de Santiago PACO RODRÍGUEZ

El jefe del servicio de Neurología del Hospital Clínico de Santiago cree que la ciencia será capaz de cronificar demencias como el alzhéimer gracias a nuevos fármacos que atacan a las proteínas que matan a las neuronas

26 oct 2023 . Actualizado a las 12:28 h.

Escuchar a José María Prieto (A Lamela, Covelo, 1969), jefe del servicio de Neurología del Hospital Clínico de Santiago, es un alegato a la esperanza. Y eso a pesar de que los temas sobre lo que habla son el alzhéimer, las demencias, el ictus, la esclerosis múltiple y el párkinson. Admite que llegó a médico sin pretenderlo, «por un cúmulo de circunstancias», pero aún así existen pocas personas en el mundo que dominen su especialidad como él.

 -Están diseñando un programa de detección precoz de demencias.

-Sí, y cuando hablamos de demencias, no me refiero solo al alzhéimer. Cuando un paciente tiene síntomas ya se han estropeado un montón de conexiones neuronales, sobre un 40 %. Eso es imposible revertirlo y recuperar lo perdido. Ahora han aparecido tres fármacos monoclonales que son muy útiles cuando se hace un diagnóstico muy precoz. Pero para coger la enfermedad al principio hacen falta varias cosas. Una, detectar los síntomas que alarman de la enfermedad, que son los que deben llevar al médico de cabecera a sospechar. La segunda, pruebas de neuroimagen para detectar una determinada proteína que se acumula en el cerebro de los pacientes que sufren demencia. La tercera, un análisis de sangre que nos permita conocer de manera sencilla que estamos ante un paciente que tiene la enfermedad, o, más fácil, descartar que la tenga. No llega con solo utilizar la inteligencia natural de los neurólogos, sino que debemos combinar todo para implantar el tratamiento lo más precozmente.

-¿Está operativo el programa?

-El proyecto lo creamos para que cuando aparezca la medicación ya tengamos la infraestructura que nos permita abordar correctamente a los pacientes e identificarlos en momentos muy iniciales. A veces por tener una pérdida de memoria no tienes porque sufrir una demencia. Estamos terminando de estructura, pero no es sencillo porque lleva implícito un montón de pruebas. Debemos engrasar todo y coger una cierta dinámica. Nuestra pretensión es ponerlo en marcha cuanto antes, en enero o febrero como muy tarde.

-Solo en su servicio cuenta con 2.600 pacientes con demencia. ¿Hacen falta más neurólogos?

-[Ríe] Sí, pero sobre todo lo que hace falta es una formación en atención primaria muy específica para que el médico pueda avanzar un diagnóstico precoz y esa persona no necesite unas atenciones más específicas. El mensaje es que el hospital debe tratar y resolver los casos más complejos y en este momento estamos mezclando un poco todo. Parece que el médico del hospital está para servir al de primaria cuando es al revés. La detección temprana es fundamental. Cuando los pacientes llegan tarde han sufrido un deterioro previo de la sinapsis y ya se han perdido un 40 % de las conexiones neuronales. Las posibilidades de revertir eso son nulas y de detenerlo también son pequeñas, por no decir nulas. Eso sí, hay otros métodos para prevenir o retrasar la enfermedad, como es controlar la obesidad, la diabetes y abandonar la vida sedentaria, el tabaco o hacer ejercicio intelectual.

-Leía que, aunque exista una herencia genética, el estilo de vida también ayuda al cerebro.

-En el alzhéimer siempre se ha buscado el marcador genético, pero nunca se ha encontrado. No son enfermedades hereditarias. Si la ha tenido tu padre o abuelo son datos a tener en cuenta, banderas rojas, pero no es suficiente para decir que voy a tener demencia. Existe una predisposición, pero hacen falta más cosas, que son las que no sabemos cuáles son.

-¿Cree que se llegará a cronificar el alzhéimer?

-En eso estamos. Por eso hablo de los fármacos monoclonales, que atacan a determinadas proteínas que se acumulan en el cerebro y en las neuronas que, o las matan, o impiden su funcionamiento. Ya hay tres fármacos, pero no han llegado aún a Europa. Sí funcionan en Estados Unidos y los resultados se podrían discutir, pero son esperanzadores. Por ahí van los tiros en el futuro. No nos puede coger el toro y por eso empezamos con ese proyecto en el servicio de Neurología, que busca crear la infraestructura para utilizarlos correctamente y para tener la barca antes de que nos lleve el agua por la calle abajo.

-¿Cómo de esperanzadores son?

-Los estudios se han hecho en algunos países donde la incidencia genética es muy potente, por lo que se sabe que se va a desarrollar la demencia. En el 30 % de los casos se detiene. Son cifras muy importantes.

-En su unidad fueron pioneros en el tratamiento del ictus.

-El envejecimiento de las arterias y los problemas cardíacos o vasculares hacen que los pacientes, a medida que aumenta la edad, aumente su probabilidad de ictus. En el caso de los tapones isquémicos no solo está el tratamiento químico, sino también el mecánico. Eso ha permitido que un 30 % de los ictus tratados a tiempo se puedan revertir, una cifra que es importante. Será mayor porque este tratamiento se está imponiendo y la idea es generalizarlo a todos los hospitales de Galicia. Hacen falta especialistas, pero seguro que vamos a conseguirlo porque es una obligación.

-El tiempo es determinante.

-Hay una frase que utilizamos que dice: el tiempo es cerebro. Siempre nos hemos manejado con márgenes estrechos en la supervivencia de las neuronas. Sabemos que si sufren un ictus, hasta las cuatro horas se puede revertir, al menos, parcialmente. A veces hay gente que pierde fuerza, sensibilidad y dice que son nervios y van para cama. Cuando se levantan están hemipléjicos y sin ninguna posibilidad de revertir el ictus. Es algo que hay que saber y que tenemos que educar a la ciudadanía. No se puede dejar que pasen las horas. Si pierdes fuerza o sensibilidad en un brazo, no te metas en cama. En un ictus, el tiempo es cerebro. Se debe tratar cuanto antes. Tenemos esa ventana terapéutica de poco más de cuatro horas. Hay opciones, pero cuanto antes actuemos más cerebro salvaremos.

-¿Influye la presión o la ansiedad?

-Si alguien está ansioso o enfadado, eso genera una reacción química en todo el organismo. Puede provocar una arritmia o un infarto de miocardio. Esas circunstancias no son nada buenas para el organismo, pero pueden causar un ictus? Sí, pero no suelen ser habituales. Prácticamente no ocurren nunca. Pero bueno, vivir enfadado o angustiado no puede ser bueno para nada. Es la receta a evitar.

«Si uno se pasea por una aldea de Galicia se encuentra a gente muy mayor que tiene la cabeza perfecta, ¿por qué es?»

-En otra ocasión dijo que nuestros ancestros tenían menos preocupaciones en la cabeza.

-Desde que me levanté he escuchado la radio, la televisión, he leído dos periódicos y he hablado con varias personas. ¿Cuánta de esa información tiene utilidad? ¿El 5%? Pues quizás es hasta exagerado. Eso, sumado al estrés hace que el cerebro tenga que procesar un montón de información. La guardará o no, pero está consumiendo muchísima energía de una manera absurda e inútil. Eso explica muchos síntomas de hoy en día. Gente que te dice que tenía que hacer un recado y se le olvidó. ¿Pero cómo no se te va a olvidar? Las personas antes tenían que hacer cosas muy concretas. Las vidas eran más sencillas, aunque las decisiones también fueran importantes. Si uno se pasea por una aldea de Galicia se encuentra a gente muy mayor que tiene la cabeza perfecta, ¿por qué es?. Han llevado una vida diferente, más ordenada...

-Si es cierto que no iba a ser médico, ¿cómo llegó a jefe de uno de los servicios más punteros de Galicia?

-Es imposible dar una receta. Son circunstancias. Uno en la vida va llegando a cruces y rotondas y a veces coge el camino correcto y otras el incorrecto. Lo importante es no marcarse esa meta y, si viene y hay que asumir la responsabilidad, pues toca hacerlo. Pelear por este tipo de objetivos es un mal asunto. Hay quien lo hace, pero yo no sé cómo se llega. En mi caso fue un cúmulo de posibilidades. Y si Neurología llegó a ser un servicio es porque siempre se respetaron a los compañeros y se les dejó trabajar en lo que son muy buenos.

-No recuerdo quién dijo que no contrataba a gente brillante para decirles qué tenían que hacer, sino para que hicieran lo que ellos creían que debían hacer.

-Muy cierto. Si yo tengo a personas que saben más de demencias que yo, no puedo decirles lo que deben hacer. O en ictus, párkinson o epilepsia. Hay que dejar trabajar y aportar lo que uno pueda. No es tan complicado.

-Está considerado como uno de las grandes expertos en esclerosis múltiple. ¿Cómo se encuentra a día de hoy la enfermedad?

-Pues muy bien. Recibo a enfermos desde hace más de 30 años y antes no había nada, ni un fármaco. Cuando llegaron los primeros logramos ganarles 10 o 12 años funcionales para retrasar la enfermedad. A día de hoy disponemos de 15, todos disponibles en Galicia, cosa que no todas las comunidades tienen y por lo que hay que destacar el apoyo de Sergas. Gracias a ellos se ha logrado cronificar la enfermedad en un porcentaje importante e incluso revertirla y mejorar los síntomas para que los pacientes puedan hacer una vida normal. Estamos a la espera de una nueva serie de fármacos que se están investigando y que pueden revertir algunos síntomas. Va más despacio de lo que nos gustaría pero el panorama es muy halagüeño, dentro de la gravedad, claro.

-El HIFU -técnica de ultrasonidos- fue otra revolución.

-Fuimos el primer hospital público de España en implantarla. Fue una apuesta de la Consellería. Se lo sugerí porque los pacientes con temblor esencial sufren una vida muy incapacitante, incluso son incapaces de comer o vestirse de manera autónoma. Es una tecnología muy moderna. Está en Santiago porque estaba la tecnología para la cirugía del párkinson. Los resultados son espectaculares. Llevamos más de 150 pacientes tratados, de los que prácticamente el 100 % han quedado asintomáticos. Ahora pretendemos tratar con esa técnica a los enfermos de párkinson, pero aún necesita de algunas decisiones. Es una de las grandes revoluciones de la neurología. Y en Galicia la tenemos.