«Si te identificas con tu profesión, el trabajo no es una obligación»

Emma araújo SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

DANIELA YANES

La electrificación rural de los años setenta es un proyecto que José Luis Sanz recuerda con cariño

28 ago 2023 . Actualizado a las 11:57 h.

El protagonista. José Luis Sanz Acosta (Vilagarcía, 1946) es secretario de la delegación de Santiago del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Industriales. En junio recibió la Medalla al Mérito Colegial de Coeticor y en mayo el premio como colegiado del año de la Unión Profesional de Galicia.

«El trabajo de los ingenieros industriales de mi generación no está lo suficientemente reconocido porque trabajamos en una época en la que ayudamos a transformar el país no un cien por cien, diría un mil por mil», afirma José Luis Sanz, un veterano de este oficio que, si bien formalmente se jubiló hace once años, su mente analítica sigue trabajando a un ritmo menos frenético como secretario del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de A Coruña (Coeticor) en la delegación de Santiago. En los últimos meses tantas décadas de trabajo se han visto acompañadas de varios reconocimientos. El último de ellos, el pasado mes de junio, fue la Medalla al Mérito Colegial de Coeticor. Y en mayo también recibió el premio de Colegiado del Año de la Unión Profesional de Galicia.

José Luis Sanz señala que se sintió abrumado por estos reconocimientos, ya que entiende que lo único que hizo fue trabajar con rigor y estar al día de cuanto cambio normativo se produce en un sector tan complejo y multidisciplinar como el suyo. Eso sí, le emociona que sean sus compañeros los que evalúen de esta forma su dilatada trayectoria.

Por sus venas de ingeniero corren las matemáticas que le inculcó su padre, al que también le agradece que le regalase el amor por la música, una pasión que desarrolla de múltiples maneras y que, tirando de lenguaje musical, considera «el contrapunto de mis largas jornadas laborales». Además, esto le permite disfrutar del coro de Vilagarcía en compañía de su mujer, con la que comparte tres hijos, dos de los cuales también son ingenieros técnicos industriales. Pasar tiempo con sus nietos, algo que no pudo hacer con sus hijos, no le impide mantenerse activo como secretario de Coeticor, ya que a su edad sigue aplicando la máxima de que «si te identificas con tu profesión, el trabajo no es una obligación».

Entre sus recuerdos apenas están períodos de vacaciones «porque, por ejemplo, cuando trabajaba en organismos de control como inspector muchas veces tenía que ir a las fábricas los fines de semana porque no podía ser de otra manera, era cuando paraban. Y cuando mi mujer planificaba vacaciones yo le decía que no podía irme tantos días porque me debía a mis clientes».

Su teórica jubilación no ha modificado ni un ápice su forma de vivir y entender el mundo, ya que cree que «mientras estás aquí, y tengas salud física y mental, debes de estar haciendo algo siempre». Como colegiado, solo en la delegación de Santiago, superó los cinco mil visados, dos mil de ellos de proyectos de instalaciones de gas. El trabajo al que le guarda especial cariño fue, en realidad, 168 proyectos correspondientes a plan de electrificación del sur de la provincia de Pontevedra, una tarea que asumió en los años setenta del siglo pasado, poco después de terminar sus estudios en la Escuela de Ingeniería Técnica de Vigo, de la que fue una de sus primeras promociones. Esa ingente tarea la considera una experiencia especialmente gratificante, que le ayudó en su evolución profesional. «La provincia de Pontevedra la recorrí hasta el último rincón y así llegué a dos o tres pueblos que no tenían tendido eléctrico».

En algunos casos recuerda que ese trabajo de desarrollo del plan de electrificación rural coincidía con la apertura de carreteras del entonces denominado Iryda (Instituto Nacional de Reforma y Desarrollo Agrario), un tándem ingeniero y técnico que para él supuso «una especie de plan Marshall en algunas zonas».