Medio Rural exige a 47.799 coruñeses que desbrocen sus parcelas en el monte

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Sandra Alonso

Envió 61.644 notificaciones por terrenos sin cuidar en franjas de seguridad

07 ago 2023 . Actualizado a las 13:27 h.

La temporada alta de riesgo de incendios ha superado su primer Tourmalet, el mes de julio, sin incidentes graves. Pero todavía queda mucho que escalar, concretamente los meses de agosto y septiembre. Para tratar de evitar que las llamas se propaguen de manera visceral, la Xunta cuenta con varias iniciativas, marcadas por el Plan preventivo de Galicia. Además de otras actuaciones, la Consellería do Medio Rural supervisa aquellas fincas que se encuentran dentro las franjas de seguridad y tiene potestad para sancionar a los propietarios de las que están sin limpiar. En la provincia de A Coruña, entre 2021 y 2022, remitió 61.644 de estas notificaciones, por 47.779 parcelas que pueden ser clave para que las llamas no lleguen a aldeas, pueblos o infraestructuras importantes.

En dichos mensajes, Medio Rural recuerda a los propietarios del coste al que deberán hacer frente si finalmente tiene que ser la Administración la que realice esos trabajos, e incluso la sanción a la que se exponen por incumplir el requerimiento. A nivel gallego, las notificaciones en los últimos dos años —no existen datos todavía del 2023— llegaron hasta las 250.303 para 208.635 referencias catastrales, muchas de ellas publicadas en diarios oficiales, vía que se toma en el que caso de que no se conozca al dueño de la parcela.

Inspecciones

Pero esos 208.000 terrenos no han sido los únicos que han estado bajo la supervisión de la Xunta. El número de parcelas controladas es muy superior, alcanzando las 306.643 solo en A Coruña, con un tamaño similar a 28.000 campos de fútbol. En lo referente al Plan preventivo de Galicia, el cual estará en vigor hasta marzo del 2024, se prevé actuar en 60.000 hectáreas de terreno que son competencia directa de la Administración. En ellas hay 5.600 kilómetros de pistas (claves para las tareas de extinción del fuego), así como 4.840 puntos de agua, cifra que aglutina a los nuevos y a los que se trabaja en su mantenimiento.

En lo referente a las quemas controladas, hasta marzo del 2024 está previsto ejecutarlas en más de 2.100 hectáreas. El plan cuenta con un presupuesto de casi 38,8 millones de euros, un 17 % más con respecto al 2022. El objetivo, aunque difícil o prácticamente imposible, es evitar que el fuego vuelva a ser protagonista en el verano. Aunque durante el mes de julio ha ayudado la presencia de lluvia, todavía quedan dos largos meses por delante.

«Puede haber negligencias y despistes, pero la mayoría de los incendios son intencionados»

Manuel Rodríguez, director xeral de Defensa do Monte, da claves sobre un recurso que, admite, es de todos: «Si somos un país de propietarios, todos tenemos una pequeña parcela para poder ayudar en esto».

—¿Cómo prevé el verano?

—Hasta ahora la meteorología nos ha dado un verano más convencional que el del año pasado. Ha sido más tradicional y en la primavera también ha llovido más. Pero bueno, las previsiones son que ahora entra calor y que habrá unas condiciones más propicias para la propagación de incendios. Nuestra labor es estar preparados para lo que venga, independientemente de las previsiones. Hay gente que cree que tenemos un dispositivo que varía según la previsión, pero no es cierto. El dispositivo es independiente de eso. Está todo el mundo preparado.

—Quedan dos meses por delante.

—En función del clima y de la meteorología pueden ser meses difíciles, sobre todo antes de que entren las primeras borrascas de otoño. El combustible tiene más disponibilidad, hay efervescencia del material vegetal... La campaña acaba cuando acaba. Queda agosto y septiembre por delante.

—¿Cómo está el monte?

—Existe un problema en el enfoque. El monte no se gestiona desde las direcciones generales. El monte es particular y nosotros solamente gestionamos, por ley, lo que son las distintas fajas. Trabajamos en infraestructuras defensivas, en silvicultura preventiva y en las fajas secundarias y terciarias, como son los caminos o las fajas de protección de las aldeas. La gente se ha creado la idea de que nuestras brigadas forestales están desbrozando el monte y no, no es su trabajo, el monte en Galicia es particular o privado. Cuando la gente ve un monte sucio dice que la Xunta no ha limpiado, pero eso corresponde a sus propietarios. Otra cosa es el monte de gestión pública, que lo hay, pero no es para nada el mayoritario. Ningún organismo tiene que limpiar el monte.

—Entonces, ¿cómo está el monte privado?

—El monte privado que tiene un aprovechamiento comercial y que genera rentas, recursos o dinero, está bien. Por algo Galicia es la comunidad que corta más madera de España, el 50 % del total. El monte con aprovechamiento, en general, está bien gestionado. Siempre estamos tirando contra nosotros mismos, pero Galicia tiene la superficie de madera certificada más grande del país. Ese es un indicativo de gestión. Hay otras partes, como la mitad sur, donde queda camino por andar. Ahí entra la parte de prevención, donde entramos con estructuras clásicas, como los puntos de agua para los incendios o los cortafuegos. También las pistas y caminos que circundan la zona forestal, que hay que mantener en condiciones de accesibilidad para que puedan circular los medios de defensa, y que nos permitan tener las aldeas y los pueblos seguros.

—Qué reto se marcan de cara al futuro?

—Sobre todo no ser una anomalía y que la intencionalidad esté en parámetros del resto de Europa. Esa es nuestra principal lacra. Hay otros factores, como el estado del territorio, pero el fundamental es la intencionalidad, sobre todo en ciertas zonas y comarcas. Si estuviéramos en los parámetros del resto de Europa viviríamos en otro escenario. Tenemos la biomasa que tenemos y una capacidad de regeneración que no hay en el continente. Ese es un factor que siempre está ahí, puede haber negligencias y despistes, pero la mayoría de los incendios son intencionados.

Barbanza fue la comarca más golpeada por las llamas durante el 2022

La Consellería do Medio Rural hace públicos los datos referidos a los incendios. En referencia a los vividos en 2022 en la provincia de A Coruña, la comarca de Barbanza fue la más golpeada por las llamas, que calcinaron 1.471 hectáreas. Ferrol vio como se quemaban 151, mientras que Bergantiños y A Coruña se quedaron sin 23. En Santiago fue menor, 16, mientras que los vecinos de Fisterra perdieron otras 62.

La mayor parte de la provincia se encuentra en el nivel moderado de riesgo por fuego

La Consellería do Medio Rural cuenta con un índice que marca el riesgo diario de incendio en toda la geografía de Galicia. En el caso de la provincia de A Coruña, su probabilidad es moderada, mientras que hay zonas que incluso se encuentran en el escalón más bajo. Es el caso de la sierra de Barbanza, zonas de la comarca de Muros y As Pontes y la comarca de Ortegal. En el otro extremo se encuentra el entorno de Ordes y Finisterre, donde existe una mayor probabilidad de propagación de las llamas.