Visita desde la lejanía a O Ribeiro, donde no hay ni vino ni cepas

cristóbal ramírez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

CRISTÓBAL RAMÍREZ

Late un mundo rural muy vivo en en tierras del norte del municipio de Arzúa

22 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La Araucaria de Ptolomeo y la Arzúa de hoy son núcleos pujantes de servicios. Pero todo lo que queda al norte de ese municipio, que es mucho, no recibe ni a peregrinos (excepto a los que transitan por el Camino del Norte) ni a turistas. Y ellos se lo pierden, en realidad, porque late un mundo rural muy vivo en esas colinas que algunos se atreven a calificar de montañas, pero tan viejas y alomadas que prácticamente han perdido su respetable inclinación. Eso sí, increíblemente la web del Concello de Arzúa no cita, por ejemplo, la iglesia y el cruceiro de Rendal. Pero en cualquier caso, partiendo de ahí, excursión a O Ribeiro. No a la comarca vitivinícola ourensana, claro está, sino a un enclave homónimo de Melide.

CRISTÓBAL RAMÍREZ

De manera que de Arzúa hacia Melide y, justo pasada la gasolinera y ya antes de acometer la gran curva con bajada que lleva a cruzar el río Iso, con el albergue de Ribadiso allá abajo, aparta a la izquierda una carretera que va a conducir a la aldea de Guldrís y continúa por larga recta salvando la mencionada corriente para plantarse en Santa María de Rendal. Del templo llaman la atención sus grandes volúmenes, y seguro que habrá alguien a quien le agrade ese tipo de arquitectura moderna que no vanguardista.

Y desde Rendal al norte por una carretera que cruza la zona de Castrar de buen firme que describe una larguísima y suave curva, para, en Castromil, elegir la derecha e internarse en el ayuntamiento de Melide. Por la izquierda el Iso va a definir la frontera municipal, pero no se verá porque tres curiosas colinas, una tras otra, lo impiden.

CRISTÓBAL RAMÍREZ

El camino conduce a Baltar, cuyo templo fue puesto bajo la advocación del apóstol Santiago y se ve casi rodeado por el cementerio. Frente a él, en un campo que merece más cuidados, un excelente ejemplar de cruceiro. Por cierto, muy cerca, y por una pista que cruza un precioso bosque, se llega a la ermita de Santa Cruz.

Tras dejar atrás Baltar, muy poco después de las casas de O Picho se elige la desviación a la izquierda. Allá al fondo está O Ribeiro, formado por pocas y grandes edificaciones. Desde la lejanía se ve precioso. ¿Para qué acercarse más?

La vuelta puede hacerse de dos maneras. Si hay tiempo, de Baltar al norte, dejando a la diestra la casa grande de Salgado y bajando a Ribadiso de Melle y luego a la izquierda. Si no lo hay, marcha atrás desde Baltar para dirigirse a Requeixo y cruzar ahí el río Iso.

De cualquiera de las dos maneras se va a llegar a la iglesia de San Pedro de Mella, Y eso sí son palabras mayores, puesto que data de mucho antes que las anteriores: del tiempo del románico. Eso es lo que muestra, aunque no hay noticias documentadas del edificio anteriores al siglo XVII, cuando el cardenal Jerónimo del Hoyo deja escrito que la mitad de sus rentas las hacía llegar al compostelano San Martín Pinario. ¿Qué queda del primitivo templo? Algunas piezas aisladas y su planta y los canecillos. Si hay suerte y está abierta, el arco triunfal que separa su única nave del presbiterio se merece una detenida mirada. Y algunos estudiosos comparan elementos de esta iglesia con la decoración de Platerías.

Y ya continuando hacia Arzúa, una última recomendación: si siempre la prudencia es necesaria, en ese tramo final aún más, porque a partir de Trapa lo normal es encontrar peregrinos que por el mencionado Camino del Norte dirigen sus pasos a Compostela.