Adrián Costa: «Empecé a tocar en Santiago con 13 años sin imaginar que llegaría con mi blues a EE.UU.»

SANTIAGO
«El concierto más sobrecogedor que di fue en la cárcel de San Quintín, aún con condenados a muerte», revive el músico compostelano. Referente del blues europeo, suma experiencias, como la de traer a Santiago a Buddy Miles, exbatería de Jimi Hendrix
24 abr 2023 . Actualizado a las 08:01 h.Trabaja con asiduidad en Madrid y sigue con giras en el extranjero. Sin embargo, desde hace cinco años, y tras un largo periplo por el mundo, está instalado de nuevo en Santiago. «Volví porque quería que mi hija creciese aquí, cerca de la familia. Mi principal profesión ahora es ser padre», asegura el compostelano Adrián Costa, de 43 años, uno de los representantes más valorados del blues español, a pesar de que él se reste méritos. «Yo soy solo un currela, pero me siento afortunado. Pude estar en esto toda la vida. Empecé a tocar aquí con 13 años sin imaginar que llegaría con mi blues a su cuna, a EE.UU. Un amigo me dijo, mientras cenaba en Nueva Orleáns, que sonó un tema mío. Eso me sigue sorprendiendo», afirma agradecido tras 30 años de trayectoria.
«Yo de niño estaba mucho con mis abuelas. Me acuerdo que una siempre me cantaba a Antonio Machín. Otra nos grababa a los tres hermanos con un radiocasete, y nos hacía repetir las tomas», evoca sonriendo, confirmando una vocación temprana. «Con 12 años compré un disco de Albert King y el blues me atrapó. Yo era inquieto. Creo que, como ahora, ya buscaba ser un rebelde, pero educado», comenta divertido. «Un año después ya me subí al escenario. Fue en la Sala Nasa junto a Marcos Coll», apunta, aludiendo a su amigo de la infancia, armonicista santiagués de renombre. «Es como un hermano. Este verano tocaremos de nuevo juntos», avanza, volviendo atrás. «Éramos unos críos y casi no sabíamos tocar, pero eso no nos frenaba. Dábamos conciertos en cualquier lugar, hasta en pastelerías. Logramos cosillas, grabar un disco...», destaca.

En 1999, con 20 años, da el salto a Madrid y tras unos inicios tocando en el metro -«en cada sitio cuesta empezar; tardo varios meses en meterme en el circuito musical»-, entra a formar parte junto a Coll de la prestigiosa Tonky Blues Band, con la que colaboran artistas como el guitarrista Mick Taylor, ex de los Rolling, o Buddy Miles, que fue batería de Jimi Hendrix. «Fue increíble, sobre todo al ser yo tan joven y trabajar con gente de ese nivel. Buddy fue el músico más carismático con el que toqué. Me acuerdo que grabamos aquí un disco, en Sar, y se quedó una semana en mi piso de Fontiñas. Solo me pedía pulpo, ¡octopus!, le encantaba», destaca riendo. «Era una pasada ver a Taylor, con su bagaje, en nuestra furgoneta o haciéndote bromas mientras te dejaba un solo sobre el escenario», señala, añadiendo que fue con Coll, y tras formar Los reyes del KO, un dúo con el que se hizo un hueco en el panorama europeo, cuando fue telonero de músicos como Chuck Berry, Buddy Guy o Solomon Burke.
«Nos mudamos a Berlín, donde hay tradición de blues. Queríamos crecer musicalmente», continúa. «Desde allí hice giras con otro grupo en la República Checa. Era curioso porque tocábamos juntos y, por idioma, casi no nos entendíamos. La música es universal», remarca con orgullo, dando más ejemplos, ya de su siguiente etapa. «A nivel personal necesitaba cambiar y, tras Alemania, recalé en California, donde trabajé en uno de los clubes de blues más grandes del mundo. Tocaba en el escenario pequeño a la misma hora que en el grande actuaban leyendas, que yo me perdía», rescata sonriendo, aún admirado por lo que vivió allí. «Fue bonito tocar en un hospital para parapléjicos. Veías en sus ojos que les gustaba. Lo más sobrecogedor, a raíz de un programa social, fue dar un concierto en la legendaria cárcel de San Quintín, aún con condenados a muerte. Tenías que pasar las puertas solo; no podías llevar cuerdas de repuesto», subraya.
«En San Francisco gesté The Criers, una banda de soul-rock, lo más Adrián Costa que hice. El concierto que dimos en la Sala Capitol es de mis mejores recuerdos en Santiago. Aún viviendo fuera, tuve siempre presente a mi ciudad», recalca, explicando que aquí intentó ayudar a que se tuviese otra visión del blues. «En todo lo mío se intuye un olor a esa música, pero tengo bandas de todos los estilos. Trabajé tres años con el rapero El Langui. En este 2023, además de con The Criers, sacaré disco con Combo Paradiso, una banda de pop español de raíz», resalta.
«Mi espinita es grabar un disco de tributo a Antonio Machín, al que dicen que canto bien. Lo haré y se lo dedicaré a mi abuela», acentúa ilusionado.