Las tartas siguen siendo el pasatiempos de Miguel, pero ahora se las puedes encargar

Sonia Portela SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Sandra Alonso

Este joven estudiante de la Universidade de Santiago dio el paso gracias a sus amigos

29 mar 2023 . Actualizado a las 20:00 h.

Este chico parece como los demás, pero no lo es. Miguel Alonso Ramilo, estudiante de Relacións Laborais en la Universidade de Santiago (USC), va a clase cuando toca, aprueba sus exámenes y tiene sus pasiones, como todos. Lo que lo diferencia es que ha convertido su afición, la cocina, en un dinerillo extra, vendiendo sus creaciones por encargo en Santiago, sobre todo tartas. Su carta de presentación no es más que una cuenta de Instagram, otra de TikTok y unos cuantos carteles colgados por las facultades. La idea se le presentó durante el confinamiento, como tantas otras. «Yo antes ya cocinaba, no es nada reciente, pues siendo estudiante y viviendo fuera de casa no queda otra. Pero descubrí que me entretenía, me relajaba», comenta Miguel. A partir de ahí comenzó a investigar, a elaborar sus propias recetas y descubrir otras nuevas, «sobre todo de postres».

El siguiente paso fue natural, pues no hay joven que no comparta su día a día en las redes sociales. Es por ello que comenzó a subir vídeos de sus recetas en su Instagram personal, para luego dar el salto gracias al impulso de sus amigos a una cuenta exclusiva para sus postres. De ese modo nació, en abril del 2021, @cocinaconmigui, la iniciativa que ocupa su tiempo, además de los estudios. «Sin mis amigos nada hubiera aparecido, ellos me eligieron hasta el nombre de la cuenta», reconoce Miguel, que sigue considerando esta afición «pues eso, una afición».

Fueron ellos mismos también quienes lo animaron a vender sus postres. «Todo comenzó con una tarta de queso que hice para una fiesta y les encantó, así que empezaron a hacerme encargos». Una cosa llevó a la otra: ¿Por qué no iba a gustarles también a los desconocidos? En ese momento, Miguel publicó en sus redes que empezaba a hacer tartas por encargo, y eso, junto al boca a boca, lo traslada al día de hoy. «Por supuesto, son unos euritos, nada exagerado», comenta, quitándose importancia. Sus amigos ya preparan el siguiente paso: vender sus tartas en restaurantes. ¿Llegará ese momento? «Estoy acabando el grado, así que vamos a esperar, pero yo no me cierro puertas».