A tres megas

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

27 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace casi dos docenas de años empezó la liberalización telefónica. O sea, que uno pudo elegir compañía. Y hasta hoy, por suerte. Algún día habrá que escribir esa tumultuosa historia. Suena a ciencia ficción que tres lustros atrás una compañía exigiera hacer obras en la fachada de cada vivienda de la urbanización donde vive el autor de estas líneas, y encima el propietario tenía que pagarlas. Lo cual, por cierto, costó hasta amenazas telefónicas por el rechazo consiguiente. Mera anécdota.

Pero estamos en el 2023, y en la urbanización orosina de Porto Avieira uno elige la compañía que le da la gana. Una de ellas va rápido como una moto, si bien casi todas las semanas hay averías o simplemente obras («Estamos mellorando as instalacións», dicen, y por qué no creerles).

El problema radica en que algunos tenemos Movistar desde tiempos lejanos y ahí queremos seguir. Problema nuestro, claro, porque vamos a tres (sí, ha leído bien, tres) megas que nunca son reales. Cuando hay entre uno y dos nos damos con un canto en los dientes. Y, en estos momentos en que hasta viviendas aisladas disponen de fibra, nadie en los trescientos adosados puede gozar de tal lujo si está con la compañía heredera de la venerable Telefónica. Como es lógico, somos los últimos mohicanos los que resistimos y sufrimos que cuando alguien tira de tableta y otro de móvil, adiós internet. Y nos queda poco tiempo, la situación resulta insostenible.

Por supuesto, si no nos gusta siempre queda la opción de cambiarnos, proceso ahora ya en marcha. Una doble pena: es bueno potenciar empresas nacionales fuertes, y además Movistar financia un equipo de ciclismo, y eso son palabras mayores para algunos. Entre ellos, yo.