Deriva ruinosa

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

29 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La ciudad histórica de Santiago se ha convertido, muy lamentablemente, en el paradigma del inmovilismo que sufre en los últimos lustros la capital gallega, con pésimas consecuencias para la vida de sus vecinos. El ejemplo nítidamente visible es el de edificios históricos emblemáticos que literalmente se caen a pedazos bajo la piqueta de la inacción de las Administraciones que no solo tienen la obligación de velar por el buen estado de conservación del casco monumental, sino también hacer todo lo posible por fomentar su habitabilidad para que sea un espacio socialmente dinámico, un lugar para vivir y trabajar en el siglo XXI, y no un triste museo de piedra, una simple fachada barroca. La conclusión: locales comerciales cerrados, monocultivo hostelero —excepto nuevos hoteles, vetados desde finales del 2015— y, año tras año, retroceso de la población residente, por causas naturales de fallecimiento de un vecindario envejecido y por falta de atractivo para captar nuevos inquilinos. Vivir en el casco histórico de Santiago, que debería ser un privilegio, tiene hoy un mérito monumental porque es pura supervivencia en un entorno hostil blindado por un Plan Especial que cada año que pasa sin revisión da la razón a quienes, hace ya mucho tiempo, tacharon de talibanismo conservacionista la aplicación estricta de esta normativa, que pudo ser necesaria en las primeras décadas de la profunda intervención rehabilitadora de la zona para evitar desmanes, pero que a día de hoy parece totalmente extemporánea. Difícilmente será habitable si las viviendas y locales de negocio no se pueden reformar con criterios modernos ni se busca la flexibilidad que los haga económicamente viables. Sin duda, más allá de las adaptaciones puntuales, es imprescindible actualizar a fondo el Plan Especial y así se lo planteó el propio Concello hace ocho años, cuando contrató a una empresa de Cáceres la redacción de la revisión. Sin embargo, todo quedó en el baúl de los recuerdos y concluirá un nuevo mandato municipal con la zona histórica de Santiago paralizada. A falta de políticas activas para dinamizarla, rige la prohibición, que no debe prolongarse eternamente. Así, lo único que progresa es la ruina.