José Molares: «Empecé de cero y en ocho años ya venderé ropa en tres locales emblemáticos de Santiago»

Olalla Sánchez Pintos
Olalla Sánchez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

XOÁN A. SOLER

Lleva 24 años en Santiago, en tiendas de ropa como Sarto, el negocio que fundó en el Ensanche compostelano en el 2015 y que no deja de crecer. Entre sus planes está vender moda para mujer, también a medida

31 ene 2023 . Actualizado a las 22:33 h.

El 2023 no será un año más para José Luis Molares. «Estamos con obras en el antiguo local de Toxo, en la rúa Xeneral Pardiñas. Nuestra idea es abrir ahí nuestra primera colección de mujer», avanza el comerciante desde esa céntrica calle, donde, en el 2021, abrió ya su segunda tienda de ropa en Santiago, por la que se le identifica. «Muchos por teléfono preguntan por José Sarto. Creen que es mi apellido, pero Sarto, el nombre del negocio, es sastre en italiano. De ese país procede el 90 % de nuestro producto», afirma sonriendo. «Yo vengo de Vigo, pero ya llegué aquí con 32 años», explica a sus 55, repasando un fuerte vínculo.

En su ciudad natal estudió para ser técnico de electrónica -«lo hice por mi padre»-, pero sus primeros empleos ya le acercaron allí al mundo de la moda, con una etapa de diez años en una tienda de ropa y con sucesivas estancias en El Corte Inglés, en donde se hizo cargo de las boutiques. «En 1999 tuve la opción de venir a Santiago y no dudé. Empecé en Garysom, en la Rúa do Vilar, un comercio multimarca que en poco más de un año tenía un nombre», evoca sobre un destino del que guarda muchas vivencias. «Allí atendí desde a un primer ministro neozelandés, que luego siempre enviaba una postal en Navidad, a Matteo Renzi, el ex primer ministro de Italia», aclara. «Tras 15 años, me lancé en solitario», añade.

XOAN A. SOLER

«Venir a la zona nueva fue casualidad. Vi libre el local de otra firma textil, Cosmos, en la calle República Arxentina, y en el 2015 inauguré allí Sarto», señala sobre una primera tienda de ropa y calzado para hombre, de nivel medio-alto, en la que continuó con su apuesta de traer marcas nuevas y de venderlas, «la mayoría», en exclusiva. «Jacob Cohën, Tramarossa, Premiata... tuve la suerte de acertar. Aún así, ni en mis mejores sueños pensé en la respuesta que iba a tener de mi antigua clientela. Más del 80 % me siguió. Algunos incluso esperaron al 23 de noviembre, fecha en la que la abrí, para comprar su ropa para ese invierno. También se acercó gente de mi etapa en Vigo. Eso, junto a mis tres hijas, es de lo que estoy más orgulloso», enfatiza, enlazando anécdotas que prueban su cercanía con la gente.

«Cuando reviso muestrarios en Madrid o Milán tengo la cara del cliente delante. Una vez me llamó la atención una cazadora, de plumas y piel, de 1.600 euros. Un compañero me dijo: "¡cómo la vas a comprar!" Me llevé una M y una L pensando en dos hombres y acerté. Aún las veo por la calle», destaca risueño. «Muchos en la tienda confían en mí para saber la talla de sus familiares. Eso es bonito. Son ya 24 años, siempre de cara al público», razona.

«Durante una década fui a Vigo a diario, pero no era vida. Hasta las 21.30 horas no termino la jornada. En el 2012 nos instalamos aquí, en el centro», resalta feliz, regresando al ámbito comercial. «En Santiago hay un ritmo pausado de ventas, pero seguro y constante. La tienda se quedó pequeña y, en el 2021, inauguré junto a un socio una segunda en Xeneral Pardiñas; yo tomaba café enfrente y la veía», destaca desde un local antes ocupado por firmas como Uterqüe. «Intentamos cuidar la decoración. A la gente, también a los niños, le gustan detalles como que la luz forme la imagen de una pajarita», apunta con gusto. «El 50 % de las ventas son de trajes, a medida», continúa, reivindicando la sastrería. «Hasta aquí vienen a por camisas, sudaderas o pantalones gente de toda Galicia. La idea es crecer en el futuro es ampliar ya en Santiago», subraya, pensando en su nuevo paso adelante en la misma calle, en el local de Toxo y ya con ropa de mujer.

«Esa tienda seguirá la misma línea. Habrá también diseño personalizado, para ocasiones. Tendremos dos talleres. Hasta que acabe la reforma del espacio, de 135 metros, la ropa femenina se venderá en la de la República Arxentina, que reservamos como outlet», sostiene sin descanso desde el Ensanche. «El comercio del centro está tocado. Creo que es bueno dinamizarlo, innovar, también con reformas. Abogo porque las cosas lleven su tiempo, pero surgió la oportunidad», defiende reflexivo, agradeciendo la ayuda a su exsocio y compañeros. «Empecé de cero y en ocho años ya venderé ropa en tres locales emblemáticos; no fue buscado. Encajaban en diseño y me gustaban», acentúa animado.